13º BOLETÍN INFORMATIVO «EUROPA SE MUEVE» 20/03.
Dar a Europa su lugar

TRUMP SACUDE EL ORDEN INTERNACIONAL: GIRO EN UCRANIA, ACERCAMIENTO A RUSIA Y CAUTELA EN LA UE
Madrid, 20 de marzo de 2025
Lucía Conesa, Colaboradora del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo
La nueva administración de Donald Trump ha redefinido la política exterior de EE.UU., priorizando la normalización de relaciones con Rusia y el cese del apoyo militar a Ucrania. Trump ha impulsado una estrategia que busca un acuerdo de paz basado en concesiones de Kiev, lo que ha generado inquietud en la UE. Mientras Europa refuerza su autonomía estratégica y sanciona a Rusia, EE.UU. se aleja de su papel tradicional en el conflicto, marcando un cambio en el equilibrio geopolítico global.
La nueva administración de Donald Trump ha dado un giro radical en la estrategia internacional de Estados Unidos, centrándose en la normalización de relaciones con Rusia y en una reconfiguración de su postura hacia Ucrania. Desde su regreso a la Casa Blanca en 2025, Trump ha impulsado medidas que han generado controversia a nivel global. En un intento por reconfigurar las relaciones con Rusia, el presidente ha anunciado el cese de la ayuda militar a Ucrania y la eliminación progresiva de las sanciones impuestas a Moscú desde 2014. Estas medidas han sido acompañadas por encuentros clave con Vladímir Putin en Riad y con Volodímir Zelenski en Washington, en los que se han discutido los nuevos términos de la estrategia estadounidense en el conflicto.
El primer gran movimiento diplomático tuvo lugar el 18 de febrero de 2025, en Riad, Arabia Saudí, donde representantes de EE.UU. y Rusia sostuvieron una cumbre para tratar el futuro de las relaciones bilaterales. Aunque la paz en Ucrania aún parece lejana, ambas partes han coincidido en la necesidad de establecer un diálogo directo y evitar una escalada del conflicto. La reunión, que excluyó a Zelenski y a representantes europeos, ha sido interpretada como un gesto de acercamiento entre Trump y Putin, lo que ha generado alarma en la Unión Europea.
Paralelamente, el mandatario estadounidense se reunió en Washington, el pasado 28 de febrero, con el líder ucraniano, Zelenski, reunión que se llevó a cabo en un ambiente tenso. Trump dejó claro que su prioridad no es mantener el apoyo militar a Ucrania, sino buscar un acuerdo de paz que implique concesiones de Kiev. El presidente ucraniano, por su parte, expresó su preocupación por lo que considera un debilitamiento del respaldo occidental a su país. En la conversación, se planteó la posibilidad de que Ucrania proporcione acceso a recursos estratégicos, como minerales estratégicos, a cambio de la continuación de las ayudas estadounidenses, así como para devolver la ayuda ya prestada. Dentro de la estrategia de EE. UU por poner fin al conflicto en Ucrania lo antes posible y “a la manera Trump”, se le sumaron, en un inicio, la suspensión del apoyo militar a Ucrania y el levantamiento de sanciones a Rusia el día 4 de febrero.
El impacto de estas decisiones no se hizo esperar. La comunidad internacional reaccionó con escepticismo ante la estrategia de Trump de distanciarse de Ucrania y acercarse a Rusia. Los líderes europeos coinciden en que en unas posibles negociaciones de paz, Ucrania debe estar presente, así como se posicionan totalmente en contra de cualquier plan de paz que conlleve concesiones territoriales por parte del Estado ucraniano, lo cual, no podría entrar como cláusula en las negociaciones por ser contrario al derecho internacional, que desde hace un siglo no reconoce la agresión como método de adquisición territorial.
Mientras las negociaciones continúan, el panorama geopolítico sigue en transformación. Trump ha insistido en que su enfoque es el único camino viable para detener la guerra y restaurar la estabilidad en la región, aunque para muchos, este giro en la política exterior representa un cambio de paradigma internacional que podría redefinir el papel de Estados Unidos en los próximos años, así como las normas por las que se regirá el nuevo orden internacional al que estamos transicionando.
Por otro lado, tras la tensa reunión que tuvo lugar en Washington el pasado mes de febrero, el 11 de marzo, representantes de los gobiernos de Ucrania y EE. UU se volvieron a reunir, esta vez en Jeddah (Arabia Saudí), donde llegaron a un acuerdo que ha sido recibido con optimismo por la comunidad internacional. Como parte del pacto, la administración de Trump aceptó reanudar las ayudas que recientemente había suspendido: la asistencia de seguridad a Ucrania y el intercambio de inteligencia. Esto facilitó la propuesta formal de un alto el fuego de 30 días. Esta tregua busca abrir una vía para negociaciones más amplias que conduzcan a una paz duradera. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, enfatizó que Kiev estaba lista para la paz y pidió a Moscú que demostrara su disposición a poner fin a la guerra con «medidas reales», incluyendo la liberación de prisioneros por ambas partes. Desde Washington, el secretario de Estado, Marco Rubio, señaló que el acuerdo pone la presión en Rusia para que tome una decisión clave sobre el futuro del conflicto.
Moscú, por su parte, expresó su disposición a aceptar la tregua, pero con ciertas condiciones. En particular, insistió en que cualquier acuerdo debía abordar «las raíces del conflicto», lo que sugiere que Moscú busca garantías estratégicas más amplias antes de comprometerse plenamente con la paz. Además, en una declaración más contundente, Putin exigió que las fuerzas ucranianas en la región rusa de Kursk se rindieran como condición para firmar el alto el fuego. Esta región fue escenario de un contraataque ucraniano en 2024, en el que Kiev llegó a controlar una parte significativa del territorio. Sin embargo, en los últimos meses, las fuerzas ucranianas han perdido terreno, y ahora el Kremlin considera su ofensiva derrotada. Putin aseguró que, si las tropas ucranianas depusieran las armas, se les garantizaría un trato acorde con el derecho internacional. Estas exigencias han sido recibidas con rechazo en Kiev, que ve en ellas un intento de Rusia por imponer condiciones inaceptables para la paz.
La reacción en la Unión Europea es de cautela, dada la imprevisibilidad de la acción exterior del presidente Trump. Si bien, la Unión recibió con optimismo el acuerdo de Jeddah, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, han enfatizado que el bloque mantendrá su respaldo a Kiev, independientemente de la posición de EE.UU.
Ante la posibilidad de que EE.UU. adopte una política más aislacionista, la UE ha comenzado a buscar alternativas para fortalecer su seguridad. Una de ellas es reforzar su cooperación con Canadá y el Reino Unido, países que, a pesar de estar alineados con Washington en muchos aspectos, han mostrado una postura más firme en su apoyo a Ucrania. El gobierno británico, liderado por Rishi Sunak, ha asegurado que mantendrá la ayuda militar a Kiev, mientras que Canadá ha expresado su intención de aumentar su compromiso con la seguridad europea.
En este contexto, Europa se enfrenta a la necesidad de fortalecer su autonomía estratégica. Líderes como el primer ministro de los Países Bajos, Dick Schoof, y el presidente francés, Emmanuel Macron, han insistido en la necesidad de que el continente incremente su inversión en defensa y reduzca su dependencia de la protección militar estadounidense. En este sentido, la Unión Europea ya está manos a la obra, como ya se ha visto con la Carta de Von der Leyen y su propuesta de ayuda al rearme de 800 mil millones de euros destinados a la defensa de los Estados Miembros de la UE.
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