Política energética común, mercado único de la energía. Ventajas para España

Existen factores  intrínsecos  al proceso de construcción  europeo que no resultan muy favorables para el desarrollo de una política energética  común, como:

-el que  se desarrolle en “tempo histórico”, no individual ni generacional, creando la sensación de impotencia para afrontar/resolver  problemas que, como los energéticos,  requieren decisiones rápidas “on time” y “on line”. 

-el priorizar el “buenismo” medioambiental frente a un razonable equilibrio con la competitividad y  seguridad de suministro, y con paradojas como el parón de la energía nuclear que no ha producido ninguna víctima y el paso al gas, que ha producido miles. 

-las ansias de las impotentes” grandes potencias” exacerbadas en lo energético, aparcando una política común  rentable para todos al ser la UE, el primer consumidor y pagador mundial. 

Las razones de la trascendental importancia estratégica de la energía, son, entre otras:

-Nuestro  sistema de vida/ productivo requiere energía como input constante y creciente.

-El transporte  supone el 40% de la demanda energética  primaria n la UE.

-El requerimiento energético se produce mayoritariamente en términos de flujo y no  de stock, crítico por las dificultades de almacenaje.

-Los países emergentes como China e India requieren importantísimos suministros crecientes de energía.

-El control de las fuentes energéticas  condiciona las estrategias políticas; petróleo en oriente medio o Uranio en Níger.

-Los precios energéticos, especialmente  petróleo/ gas, son determinantes para el sistema económico y, además, definen la rentabilidad, aparición y desarrollo tecnológico de otras fuentes energéticas alternativas: renovables, hidrógeno, nuclear de fusión  y pueden hasta perturbar el sistema alimentario mundial: los biocombustibles.

-El consumo energético actual de la humanidad se estima en 13 TW, en 2050: 25 TW, de los que aun dos tercios (15 TW) será de origen fósil, 5 TW renovables y 5 TW nucleares.

-La UE  importa el 56,5 % de la energía que consume, España entre el 80-85%, Francia: 54,5% (autonomía nuclear) Reino Unido: 13% (autonomía fósil),  existiendo gran heterogeneidad entre estados y fuerte correlación entre la magnitud  de dependencia energética y la intensidad de la crisis económica financiera. 

El caso es que, siendo la energía  factor estratégico clave, la UE, no parece haber actuado en consecuencia, pues no solo no existe una política energética común sino que, aunque últimamente parezca desperezarse,  la energía, es el sector  donde más intensa y agriamente se manifiestan las contradictorias  políticas nacionales y ello en todos los ámbitos como: 

-nuclear, donde  paradójicamente, la catástrofe Chernobil, no siendo accidente  nuclear, sino accidente comunista, como dictamino la Agencia Internacional de la Energía,  produjo parón nuclear en la UE, mientras  países comunistas como China o Corea del Norte, se nuclearizan a tope, sin trasparencia sobre estándares de seguridad.   

-renovables con un absoluto y heterogéneo desorden en la regulación.

-fracking  paralizado por el “buenismo”, mientras EEUU/ Canadá se “autonomizan”, eso sí los  ciudadanos norteamericanos, compran masivamente vehículos no contaminantes mientras los europeos medioambientalmente hipnotizados para lo colectivo, individualmente siguen contaminando con gigantescos  4×4 para  “shopping”.

Una política energética común es absolutamente imprescindible, por cuatro razones esenciales.

-escapar de la esclavitud energética, que últimamente recuerda en su “stress” a la guerra fría,

-ejercer ante el mundo como un solo poder energético unitario, pudiendo negociar y obtener muchas mejores condiciones de precio y suministro al ser el mayor cliente y mejor pagador.

-orientar en mayor medida las políticas energéticas globales y la lucha contra el cambio climático.

-consolidar el propio mercado único de la energía necesario para que la UE gane  competitividad frente al resto del mundo. 

España se esfuerza en completar su mercado único  peninsular/insular, incluso el Programa Operativo de Crecimiento  Sostenible POCS, cofinanciado por el Feder para 2014-20 prevé para ello actuaciones por 300M€; pero todavía no hay mercado único europeo, las permanentes reticencias francesas hacen que los actuales intercambios España /Francia, sean unos “ridículos” 2.800MW y vayan a pasar a 8.000MW en 2020, aun por debajo del  10% de las posibilidades, y ello, por la  presión española y el apoyo comunitario instrumentado presupuestariamente a través de programas como “Connecting Europe” dotado con 5.850M€ hasta 2020, que en 2015 ya ha convocado  la primera licitación  por  100M€ y alcanzara 650M€ en 2015.

La potencia de generación española  peninsular es de 100.000MW, la demanda máxima horaria  de 40.000 megavatios hora, lo que llevaría a concluir, aunque la comparativa no sea del todo real,  que el parque de generación actual duplica la necesidad de cobertura del país.

El llamado factor de Carga indica el porcentaje de horas en un año que la potencia instalada funciona al 100% de su capacidad. Un factor de carga alto muestra que el sistema eléctrico tiene riesgos para afrontar las puntas de demanda y un factor de carga bajo que hay más potencia instalada de la que se necesita, lo que suele ocurrir en sistemas con mucha renovable, al deber instalar potencia de reserva para gestionar su  intermitencia, ciclos combinados que operan en muchos casos como potencia de reserva, y la caída de la demanda eléctrica.

El factor de carga medio en España era del 40%, en 1990, del 48% en el año 2001, y solo del 32% en 2011,  mientras que Alemania, Francia, Reino Unido o Turquía, en el año 2011, tienen factores de carga cercanos o superiores al 40%.

Según UNESA, la patronal eléctrica española la aportación de la electricidad al PIB fue en 2014 de  21.189M€.

En resumen, aunque resulte paradójico,  España es exportadora neta de energía eléctrica;  su  potencial exportador de energía eléctrica  hacia el mercado único europeo, podría ir desde un  orden del 10% de  su potencia, lo que supondría unos  2.000M€/año, hasta la desiderata del uso total de la potencia disponible.

  

El llamado Plan Juncker, prevé  invertir 315.000M€ en  2015-17, cifra que corresponde aproximadamente a la carencia de inversión debida a la crisis,  respecto de la que habría sido la  tendencia sostenible, ofreciendo la posibilidad de cofinanciar este tipo de actuaciones en régimen de colaboración publico privada, lo que parece posible, dada su previsible  rentabilidad, hasta el punto de prever invertir hasta un 30% en la Unión Energética. 

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