6º BOLETÍN INFORMATIVO «EUROPA SE MUEVE» 15/01.
Las reivindicaciones territoriales de Trump: Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá. Repercusiones para el Derecho internacional y el Orden Mundial.

Las declaraciones de Trump sobre la anexión de Groenlandia: ¿retórica expansionista o una amenaza al orden internacional?
Madrid, 15 de enero de 2025
Lucía Conesa, Colaborador del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo
En un giro inesperado pero característico, Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha lanzado una serie de declaraciones que sugieren la posibilidad de ampliar las fronteras estadounidenses hacia territorios como Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá. Estas palabras han generado reacciones diversas en la comunidad internacional, desde escepticismo hasta preocupación, y han puesto sobre la mesa temas cruciales sobre soberanía, normas internacionales y la estabilidad de las relaciones transatlánticas.
Trump reiteró su interés en el territorio de Groenlandia por razones estratégicas y de seguridad nacional, llegando a sugerir incluso que su control por parte de Estados Unidos es «absolutamente necesario». El territorio autónomo danés es de gran interés estratégico debido a su ubicación y recursos naturales, como tierras raras clave para tecnologías avanzadas. Además, alberga una base militar estadounidense que refuerza su papel en la defensa global. Estas afirmaciones han provocado respuestas cautelosas de Dinamarca y otras naciones europeas, que se oponen firmemente a cualquier intento de cambiar fronteras por la fuerza, mientras subrayan la importancia del diálogo.
Las declaraciones de Trump se producen en un momento donde el respeto por las fronteras internacionales es un tema central, especialmente en Europa. Desde la agresión rusa a Ucrania en 2022, la defensa del principio de la soberanía territorial ha sido clave en el discurso tanto de los líderes europeos, como del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky. En este contexto, las insinuaciones de Trump sobre una posible expansión estadounidense han sido vistas como un desafío a las normas internacionales establecidas desde la Segunda Guerra Mundial, ya que atentan directamente contra la integridad territorial de estados soberanos.
El presidente ucraniano destacó la importancia de garantizar la seguridad y soberanía de los estados, afirmando que «todos quieren sentirse seguros de que su país no será simplemente borrado del mapa». Estas palabras resuenan profundamente en un continente marcado por conflictos históricos sobre la integridad territorial.
A pesar del impacto inicial, la respuesta europea ha sido moderada. Líderes como Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, y Olaf Scholz, canciller de Alemania, han desestimado la posibilidad de acciones militares por parte de Estados Unidos, dado su retórica muchas veces no llega a materializarse, aunque han reiterado su rechazo a cualquier cambio de fronteras por la fuerza. Incluso Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, ha subrayado la importancia de mantener una relación estrecha con Estados Unidos como aliado estratégico. Por su parte, el primer ministro de Groenlandia, Múte B. Egede, reiteró que Groenlandia no está en venta y ha intensificado su llamado a la independencia, destacando su deseo de mantener una relación de cooperación con Estados Unidos, pero sin comprometer su soberanía.
Aunque es poco probable que estas declaraciones se traduzcan en acciones concretas, ya han generado tensiones en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea. Por un lado, han puesto a prueba la cohesión de la OTAN y la confianza en el liderazgo estadounidense de la organización. Además, ha vuelto a poner sobre la mesa la cláusula de defensa colectiva de la UE, recogida en el artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea (TUE).
El artículo 42.7 del TUE desempeña un papel crucial en la protección de los Estados miembros ante amenazas externas, como las insinuaciones del presidente electo Donald Trump sobre la posible anexión de Groenlandia. Este artículo, conocido como la «cláusula de defensa mutua», estipula que, si un país miembro sufre un ataque armado en su territorio, los demás miembros tienen la obligación de ofrecerle ayuda y asistencia con todos los medios a su disposición, en conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
En el contexto de Groenlandia, que es un territorio autónomo de Dinamarca, pero protegido por la defensa colectiva de la UE, esta cláusula ha cobrado relevancia. La Comisión Europea y diversos líderes europeos han señalado que cualquier acción hostil contra Groenlandia activaría esta disposición, lo que garantiza una respuesta unificada del bloque europeo. Sin embargo, han subrayado que las declaraciones de Trump, aunque alarmantes, son consideradas teóricas en este momento y no necesariamente implican una acción militar inminente.
Además, los comentarios de Trump sobre Groenlandia han sido interpretados como una señal de un cambio en el orden internacional, hacia una política más basada en el poder que en los principios establecidos de soberanía y respeto por las fronteras. Este marco podría implicar riesgos significativos para la estabilidad global, y los líderes europeos, incluyendo a Francia y Alemania, han pedido una mayor cohesión dentro de la UE para enfrentar estas nuevas dinámicas.
En un mundo donde la estabilidad global depende de normas compartidas y alianzas fuertes, la retórica expansionista de Trump resalta los desafíos de mantener un orden basado en principios frente a discursos que promueven el interés nacional por encima de todo. Mientras tanto, Groenlandia, Canadá y otros territorios mencionados seguirán siendo piezas clave en el tablero geopolítico del siglo XXI.
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