El viernes pasado, día 22 de junio, el Consejo ECOFIN ha certificado la vuelta de Grecia a los mercados tras dolorosos sacrificios y más de 40 mil millones de euros comprometidos. Con esta decisión se da por cerrada oficialmente la crisis más profunda vivida por la Unión Europea desde su fundación, que llegó a amenazar la moneda única, implicó la movilización de 800 000 millones de euros y se llevó por delante 26 millones de puestos de trabajo.
Aunque oficialmente esta crisis está superada, ha dejado serias cicatrices en la percepción de los ciudadanos, bajo la forma de movimientos populistas y euroescépticos que de forma creciente contestan la construcción europea, alcanzan Gobiernos y no entienden o no quieren entender que frente a problemas globales ya no bastan las soluciones nacionales.
Cuando, nos encontrábamos realizando las reformas necesarias para superar las carencias que suponía el diseño original de la Unión Económica y Monetaria y de la Unión Bancaria, ha surgido un nuevo problema con la crisis migratoria, que ha dado alas a los movimientos populistas, amenaza los Acuerdos Schengen, el principio de la libre circulación de personas e incluso el propio proyecto de construcción europea.
Este problema, al agravarse drásticamente en las últimas semanas, con serias implicaciones para la estabilidad del Gobierno alemán (con el pulso que está manteniendo el líder de la CSU y Ministro del Interior, Horst Seehofer), ha centrado la atención del Consejo Europeo, que ha tratado también otros importantes asuntos:
Examinó la situación del Brexit expresando su preocupación por el hecho de que no se hayan logrado avances significativos sobre Irlanda del Norte y adoptó la composición definitiva del Parlamento Europeo, que supone la eliminación de los 73 escaños del Reino Unido, de los cuales 46 desaparecen y 27 serán redistribuidos para compensar a países como Francia y España, que consigue 5 escaños más, pasando de 54 a 59.
Ha refrendado las recomendaciones específicas por país con arreglo al Semestre Europeo de 2018 y ha analizado la gestión futura del Marco Financiero Plurianual (MFP).
Ha abordado también en el ámbito de la seguridad y la defensa la cooperación UE-OTAN con vistas a la próxima cumbre de julio, así como, el Fondo Europeo de Defensa, la movilidad militar, el Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa y la vertiente civil de la política común de seguridad y defensa (PCSD).
En materia de comercio, el Consejo ha subrayado la importancia de preservar y afianzar el sistema multilateral y ha invitado a la Comisión a proponer un planteamiento de conjunto (en colaboración con los socios que comparten la visión de la UE) que permita mejorar el funcionamiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC). También ha recalcado la voluntad de la UE de seguir negociando Acuerdos comerciales ambiciosos, equilibrados y mutuamente beneficiosos con socios clave de todo el mundo, es evidente que el Consejo Europeo estaba pensando en el Acuerdo UE- Mercosur.
Respecto a la Unión Económica y Monetaria se han producido avances en la línea de los Acuerdos franco-alemanes de Meseberg, donde las expectativas se han visto ciertamente moderadas. Se ha confirmado una hoja de ruta para convertir el Mecanismo Europeo de Estabilidad en un Fondo Monetario Europeo dotado de un cortafuegos de 60 000 millones de euros, quedando por perfilar todavía la creación de un Fondo de Garantía de Depósitos y la revisión del Mecanismo de Resolución Bancaria, tras las insuficiencias detectadas, entre otras, con motivo de la crisis del Banco Popular.
En el tema candente de la inmigración, ha habido un consenso para reforzar y mantener el control efectivo de las fronteras de la Unión pidiendo y esta es la gran novedad, que la Comisión y el Consejo “estudien” el concepto de plataformas regionales de desembarco en países terceros y en Estados Miembros de forma voluntaria, se ha acordado el reforzamiento de los recursos financieros para apoyar a los Estados Miembros de la Unión Europea y a los países de origen y tránsito especialmente en el marco de las nuevas perspectivas financieras, pero el tema crucial de la reforma del Reglamento de Dublín III, ha sido remitido al próximo Consejo Europeo de octubre.
En este Consejo, a pesar de que se ha producido un Acuerdo de mínimos, ha quedado probado una vez más que la regla de la unanimidad reenvía siempre a un momento ulterior, la resolución de los graves problemas que tiene la Unión Europea y compromete seriamente la viabilidad del proyecto. Mientras que otras potencias, como los EE.UU., son capaces de tomar decisiones de la noche a la mañana, nosotros llevamos tres años en largos procedimientos incompatibles con la urgencia de los problemas que nos afectan y desde luego con las expectativas y las soluciones que esperan nuestros ciudadanos.
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