Un nuevo enfoque para europa: Prioridades del ejecutivo comunitario para salir de la crisis

Después de que Europa haya sufrido la mayor crisis económica y financiera desde la Segunda Guerra Mundial  parece que se ha evitado lo peor consolidado las finanzas públicas, preservando el mercado interior y la integridad de la zona euro. La Unión Europea ha sobrevivido a lo peor de la crisis y la confianza esta volviendo a Europa.No obstante, ahí están esos más de 6 millones de desempleados especialmente jóvenes. Éstas son algunas de las circunstancias que ha provocado que en estos momentos la adhesión al proyecto europeo por parte de la ciudadanía europea se encuentre en niveles históricamente bajos.

Además la necesidad y urgencia de crear instrumentos nuevos al margen de los Tratados y del método comunitario ha provocado un deterioro en la legitimidad democrática. Lo positivo: se han producido grandes avances en la integración europea fruto de la necesidad que con toda seguridad no se hubieran llevado a cabo en tan poco espacio de tiempo si no hubiéramos sufrido una crisis tan brutal que se había puesto en riesgo el sistema. Una Unión Europea que no debemos de olvidar es la historia de un éxito y que ha garantizado la paz, la estabilidad y el crecimiento de nuestro continente en las últimas casi ya siete décadas desde su creación.

A continuación, me gustaría resaltar de manera somera cuáles son las principales líneas de actuación que el nuevo Presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker ha venido a señalar en su documento: “Un nuevo comienzo para Europa: mi agenda en materia de empleo, crecimiento, equidad  y cambio democrático” y que centrarán las prioridades del nuevo ciclo político desde las elecciones al Parlamento Europeo celebradas en mayo de 2014.

En dicho documento Jean Claude Juncker manifiesta varias preocupaciones: “considero que es mi tarea esencial reconstruir puentes en Europa después de la crisis. Se trata de restablecer la confianza de los ciudadanos europeos, centrar nuestras políticas en los principales desafíos a los que se enfrentan nuestras economías y nuestras sociedades, y reforzar la legitimidad democrática sobre la base del método comunitario”.

Esta agenda se centrará en diez ámbitos políticos fundamentales:

Un nuevo impulso para el empleo, el crecimiento y la inversión.

Un mercado único digital conectado.

Una nueva Unión Europea de la Energía resistente con una política en materia de cambio climático que mire hacia el futuro.

Un mercado interior más justo y más profundo, con una base industrial fortalecida.

Una Unión Económica y Monetaria más justa y más profunda.

Un acuerdo de libre comercio razonable y equilibrado con los Estados Unidos.

Un espacio de justicia y de derechos fundamentales basado en la confianza mutua.

Hacía una nueva política sobre migración.

Un actor más potente en el escenario mundial.

Una Unión de cambio democrático.

De estos diez campos de actuación me centraré en tres por razones de espacio  y por considerar que en estos momentos son quizás los de mayor actualidad e interés por parte de la ciudadanía:

El denominado Plan Juncker: que pretende un nuevo impulso para el empleo, el crecimiento y la inversión y que ha sido recientemente aprobado en el contexto de la revisión de la Estrategia Europa 2020. Este plan lo que pretende es estimular la inversión privada en la economía real utilizando para lograrlo mucho mejor el presupuesto común de la Unión Europea y el Banco Europeo de Inversiones (BEI). Una inversión pública de 20.000 millones de euros debería permitirnos movilizar hasta 300.000 millones de inversión pública y privada adicional en la economía real en los próximos tres años.

Estas inversiones se centrarán principalmente en los siguientes campos: infraestructuras, en particular en redes de banda ancha y energética, así como en infraestructuras de transporte en los centros industriales; y también en educación, investigación e innovación, energías renovables y eficiencia energética. Y se atenderá también de manera especial aquellos proyectos que contribuyan a la generación de empleo juvenil.

En relación a esto, deberíamos señalar en estos momentos 17 Estados miembros han presentado planes de aplicación de la “Garantía juvenil”. España en este sentido contará con 881,44 millones de euros (cantidad que deberá además en nuestro caso verse ampliada al menos en la misma cuantía procedente de la dotación que nuestro país recibe del Fondo Social Europeo).

Existen voces que consideran irrealista el Plan Juncker y que defienden que el efecto multiplicador no será tal, además de solicitar una ampliación de la dotación presupuestaria. Quizás sería conveniente reflexionar en este sentido, pero parece ser que lo que va a hacer es de la necesidad virtud: ni los Estados Miembros (la inmensa mayoría de ellos) están en condiciones de financiar un mega plan de inversiones públicas a costa de mayor déficit y deuda pública, ni la Comisión cree en esta forma de crecimiento. El Ejecutivo europeo considera que hay liquidez en los mercados, hay inversores buscando proyectos y hay empresas con dinero suficiente. Existirían varias dificultades: el miedo a asumir ciertos riesgos y las trabas regulatorias impiden que se reactive la inversión privada. Situaciones que la Comisión Europea está estudiando como salvar. Tampoco debemos olvidar que existen condicionamientos derivados de los compromisos adquiridos en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

El Tratado de Libre Comercio e Inversiones con los EE.UU.: que busca que en el S.XXI, europeos y estadounidenses no sigamos imponiendo derechos de aduanas a nuestros respectivos productos y que se avance en el reconocimiento de nuestras respectivas normas de producto. El Presidente Juncker en su programa de Gobierno manifestó: “no sacrificaré en el altar del libre comercio las normas europeos en los ámbitos de la salud, la seguridad o la protección social y de los datos ni nuestra diversidad cultural”. Además se comprometió a velar por una mayor transparencia hacia los ciudadanos y el Parlamento Europeo en lo relativo a este acuerdo. No debemos olvidar que será el Parlamento Europeo quien tendrá la última palabra en lo relativo a la aceptación o no del acuerdo.

Una Unión de cambio democrático: el Presidente Jean Claude Juncker se comprometió a mantener con el Parlamento Europeo un diálogo político, no tecnocrático y a aumentar la transparencia en los contactos con los interesados y los representantes de los grupos de presión. Y atribuyó gran importancia a la relación con los parlamentos nacionales, en especial cuando se trata de aplicar el principio de subsidiariedad.

Por último me parecen interesante resaltar dos consideraciones que Juncker hizo en su programa de investidura ante el Parlamento Europeo: la apelación a una vuelta a la normalidad mediante la utilización del método comunitario: “La jerarquización de prioridades políticas como base de una Unión mejor y con objetivos más claros sólo puede funcionar si procede de una asociación entre las instituciones de la Unión y los Estados miembros, con arreglo al método comunitario”. Y la posibilidad de una Europa de distintas velocidades en relación a mayor o menor integración (posibilidad contemplada por los tratados): “no necesariamente hemos de avanzar todos a la misma velocidad”. Una mano tendida en especial para nuestros socios británicos.

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