Donald Trump es impredecible y causa desconfianza al otro lado del Atlántico. La victoria del magnate estadounidense podría modificar la relación militar entre las dos orillas. Sus declaraciones durante la campaña electoral acerca de la reforma de la OTAN a la que consideró “obsoleta”, con el fin de que los aliados europeos gasten más en seguridad, han impulsado la cooperación de la UE en Seguridad y Defensa. El lazo que une a las dos organizaciones es muy sólido y ambas afrontan amenazas conjuntas. Esto invita a pensar que todo funcionara “business as usual” pero el nuevo inquilino de la Casa Blanca no es de fiar.
Los atentados de Paris, Niza o Bruselas, la amenaza de Rusia, la guerra civil en Siria o los estados fallidos como Libia o Irak, que provocan olas de refugiados, han puesto sobre el tapete la necesidad de que la UE sea un actor más relevante como proveedor de seguridad global.
El Brexit ya abrió la ventana a la Europa de la Defensa. La salida del Reino Unido, cuyo papel en política exterior como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y en seguridad como potencia nuclear es más que notable, ha dado alas a países como Francia o Alemania, secundados por Italia y España, para impulsar la cooperación en materia de defensa.
En la Estrategia Global de Política Exterior y Seguridad de la UE (EUGS) se explicita la necesidad de la autonomía estratégica de Europa. La llegada del magnate americano a la Casa Blanca la hace más necesaria que nunca. Trump y quienes le han rodeado en campaña como Newt Gingrich declararon que Estonia era un barrio de Moscú y que quizás no intervendrían si Rusia entraba en Tallin. Las alarmas en los Bálticos se han disparado desde que ganó el magnate. La OTAN ha prometido el despliegue de un batallón para disuadir a Putin.
¿Ha llegado el momento de que la UE implemente su EUGS?
El plan de aplicación de la Estrategia Global ya está sobre la mesa y también los nuevos niveles de ambición para proteger la seguridad interna de amenazas como el terrorismo, la guerra híbrida o de ataques cibernéticos. Es una estrategia más realista que ya no aboga por exportar la democracia sino por la resiliencia interna y externa, que subraya también la protección de la vecindad inmediata al Este y en el Mediterráneo. La UE debe ser capaz de desplegarse en esos países vecinos sin el apoyo de los Estados Unidos. Para ello debe aplicar las herramientas que le da el Tratado de Lisboa como las cláusulas de asistencia mutua y solidaridad, la cooperación reforzada permanente o la instalación de un cuartel general europeo.
Esa autonomía requiere de un incremento de las capacidades de los Estados miembros. Hasta el momento solo 4 países de los 28 gastan un 2% de su PIB en Defensa: Reino Unido, Grecia, Estonia y Polonia. El desarrollo de esas capacidades para alcanzar los objetivos reconocidos en el Plan de Implementación de la EUGS, requieren la cooperación de los Estados y un incremento del gasto.
El presidente Juncker en su Discurso del Estado de la Unión, prometió un fondo para la investigación en defensa que permitirá economías de escala a nivel europeo y crear una industria de la defensa que ayude a acabar con el proteccionismo de los estados miembro. El Consejo Europeo del pasado 15 de diciembre ya ha solicitado a la Comisión que presente propuestas en el primer semestre de 2017 para la creación de ese Fondo Europeo para el desarrollo conjunto de las capacidades que acuerden los Estados miembros.
42 medidas entre la UE y la OTAN
Para reforzar la seguridad y la defensa de Europa en un entorno geopolítico difícil y para proteger mejor a sus ciudadanos, los 28 jefes de Estado y de gobierno han dado su apoyo a los compromisos alcanzados desde el mes de julio. En un tiempo record se han dado pasos muy importantes en la defensa europea, también en complementariedad con la OTAN en lo que se refiere a las amenazas híbridas, las cuestiones marítimas, la ciberseguridad, la comunicación estratégica, las capacidades, la industria y la investigación sobre defensa. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha defendido el refuerzo del pilar europeo de Defensa. Además, se ha incrementado la cooperación entre la Alianza y la UE, como muestra la firma junto a la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini, a principios de diciembre, de 42 medidas conjuntas entre las dos organizaciones.
Las nuevas amenazas, como la guerra híbrida, los ciberataques o el terrorismo obligan a Stoltenberg y Mogherini a cooperar en esas materias. La UE es más fuerte en el uso de instrumentos civiles de protección y la OTAN lo es a nivel militar; solo de manera conjunta pueden afrontar esos retos y Rusia se ha convertido en un enemigo común.
Una cuestión de voluntad política
Parece que por fin hay voluntad política en los Estados miembros y han pedido al Consejo que les informe en marzo de 2017 para que puedan evaluar los progresos realizados en el ámbito de la defensa. Ahora el único escollo puede ser la opinión pública europea; a la que en época de magro crecimiento económico será difícil convencerla de la necesidad de una mayor inversión en “cañones” en lugar de en “mantequilla”. El Brexit y Trump puede ser la oportunidad que les haga cambiar de parecer.
Miguel Angel Benedicto.
Secretario General del Movimiento Europeo en España
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