3º BOLETÍN INFORMATIVO «EUROPA SE MUEVE» 25/11.
La UE reafirma su compromiso con Ucrania y el futuro del gobierno europeo se va definiendo
COP 29: UN ACUERDO INSUFICIENTE
Madrid, 27 de noviembre de 2024
Álvaro Mella, Colaborador del CFEME
Este mes de noviembre de 2024 nos deja la cita anual en relación a la celebración de la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrado en Bakú (Azerbaiyán). El contexto y el lugar de este evento no invitaban a un escenario muy optimista para los partidarios del ecologismo: escasos días antes de la inauguración, se conocieron los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Como ya sabemos, Donald Trump se proclamó vencedor, y se convertirá de nuevo en presidente del país a partir del 20 de enero. No hay que olvidar que con su gobierno EEUU ya abandonó en 2017 los Acuerdos de París, y pese a que con Biden el país se reincorporó en 2021, muy probablemente el nuevo presidente electo tenga la intención de volver a hacerlo cuando llegue al poder, así como retirarse de la Convención Marco de NNUU sobre Cambio Climático.
Es previsible que dentro de unos meses Estados Unidos cuente con un gobierno con miembros negacionistas del cambio climático y amparadores de los combustibles fósiles, lo que debe suponer una oportunidad para que la UE trate de tomar la iniciativa global de manera más contundente en su misión por descarbonizar la economía.
Por otro lado, también fue muy cuestionada la elección del país azerí como anfitrión de semejante acontecimiento. Esta nación recibió acusaciones de violar el derecho internacional en su conflicto bélico con Armenia por el Nagorno-Karabaj (un polvorín que estalló en 2020). También recibió constantes críticas por sus estándares democráticos y por no cumplir supuestamente lo suficiente con los Derechos Humanos. Pero por si fuera poco, el eje de todos los vituperios por albergar esta cumbre se han centrado en su condición de petro-Estado, y el ensalzamiento que manifestaba el presidente de Azerbaiyán, Alíyev con respecto a la lucilina, que no se contenía a la hora de calificarla como “un regalo de Dios”. Por todos estos motivos, Azerbaiyán para muchos analistas no parecía la elección más ética para que fuese sede de la cita internacional más importante de este año para la diplomacia climática. Ya se preveía que no podría terminar con los resultados más satisfactorios.
En cualquier caso, los acontecimientos medioambientales que han tenido lugar los últimos meses y que han dado la vuelta al mundo (ya sean los huracanes en Estados Unidos, o más reciente aún, las inundaciones de València) han constatado la perentoriedad de actuar sin excusas ante el cambio climático, independientemente de dónde se celebren las cumbres, y de quiénes sean los dirigentes internacionales.
Por ello, hay que destacar un compromiso positivo al que se ha llegado en la COP29: los países ricos se han comprometido a contribuir a partir de 2035 con 300 mil millones de dólares anuales en pro de los países en desarrollo para que puedan seguir afrontando su transición energética. Pese a ser un acuerdo prometedor (triplica la cifra actual), quedan muchas dudas sobre si los países ricos implicados podrán cumplir con este guarismo, ya que actualmente algunos tienen dificultades para cumplir con sus obligaciones.
Las naciones del Sur Global, receptoras de estas ayudas (lideradas por India y Nigeria), han protestado por ser una cantidad insuficiente, y que encima llega tarde. Pese a ello, tienen que conformarse con pequeñas concesiones para evitar que estas cumbres fracasen por completo, lo que no se pueden permitir teniendo en consideración que es el foro más importante donde tienen voz y algo de poder en este asunto.
Un éxito parcial de esta cumbre es la creación del Mercado de Carbono de la ONU. Sin embargo, en el texto final no se trató el asunto de la producción de combustibles fósiles, cuya negativa a abordar el tema fue encabezada por Arabia Saudí.
En definitiva, la COP29 ya es historia, y no ha concluido con los resultados esperados, ni con suficientes avances para que el mundo afronte los desafíos climáticos que tiene por delante. Ha habido una falta de ambición multilateral, sobre todo por parte de los países más contaminantes. Quedan muchas tareas pendientes para la COP30 de 2025, que se celebrará en Belém (Brasil). El planeta no puede esperar mucho más para enfrentar a los retos que tenemos por delante en materia climática.
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