In memoriam
Precisamente la víspera del Día de Europa, a cuya ceremonia en Madrid nunca faltaba,
nos ha dejado, víctima de un infarto, Fernando Alvarez de Miranda, Presidente de honor
del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo. Todo el europeísmo de España
se siente de luto y vive con dolor su fallecimiento.
Había sido nuestro Presidente desde 1978 a 1986. Bajo su presidencia el Movimiento
Europeo de España dejó de vivir en el exilio, en el que forzadamente tuvo que actuar
durante el régimen franquista, bajo las presidencias de Salvador de Madariaga, Rodolfo
Llopis, Manuel de Irujo y Miguel Coll i Alentorn. Era el año de la aprobación de la
Constitución, con la que España no sólo recuperaba la democracia sino que, por ello
mismo, se ponía en condiciones para adherirse al proyecto de integración europea.
Fernando Alvarez de Miranda, político de estirpe democristiana, mantuvo un fuerte y
constante compromiso con el europeísmo desde los años 50. Perteneció a ese grupo de
políticos españoles que tuvieron la intuición de identificar la causa de la reconciliación
y de la democracia en España con la causa de la Europa unida, según el impulso de los
“padres fundadores”. Y fue uno de los promotores de la constitución en el lejano1954
de la Asociación Española de Cooperación Europea (AECE), uno de los núcleos más
activos del europeísmo en la España interior durante la dictadura de Franco. Ejerció la
responsabilidad de la Secretaría General de la AECE durante muchos años. En ella
muchos jóvenes españoles de entonces nos formamos en los ideales de una Europa
integrada, edificada bajo los valores de la paz, las libertades, la democracia, el imperio
del Derecho, el pluralismo político y la solidaridad.
La AECE, entonces presidida por José María Gil-Robles, fue un sujeto decisivo en la
preparación del llamado “contubernio de Munich” (junio de 1962), junto con el Consejo
Federal Español del Movimiento Europeo en el exilio, presidido por Salvador de
Madariaga. En la AECE se elaboró el borrador de declaración, que sirvió de base para el
texto que se adoptó por consenso en el Congreso de Munich, y se configuró el nutrido
grupo de participantes que del interior de España acudieron a la ciudad bávara.
Fernando Alvarez de Miranda fue uno de los represaliados por el régimen de Franco y
sufrió durante cerca de un año la pena del confinamiento en la isla de Fuerteventura.
Gracias a personas como Fernando Alvarez de Miranda los ideales europeístas se
convirtieron en un elemento esencial para el clima de consenso que facilitó la obra de la
Transición. Tras las primeras elecciones democráticas Fernando Alvarez de Miranda fue
elegido Presidente del Congreso de los Diputados que elaboraría la Constitución. Y
entre las primeras iniciativas de aquella legislatura constituyente fue especialmente
relevante la solicitud de la incorporación de España al Consejo de Europa y la
suscripción de la Convención Europea de los Derechos del Hombre. Aquella decisión
fue adoptada por unanimidad de la Cámara, lo que permitió presentarla en Estrasburgo
en octubre de 1977 (¡tan sólo cuatro meses después de la celebración de los comicios!)
por una delegación parlamentaria, formada por representantes de todos los grupos
políticos y encabezada por Fernando Alvarez de Miranda, como Presidente del
Congreso. Así se dio el primer y definitivo paso al ingreso de España en las
instituciones de la Europa democrática.
Pero esa unanimidad de entonces en torno a la causa europea prosiguió en los sucesivos
años y se reprodujo en la ratificación del Tratado de adhesión de España a las entonces
Comunidades Europeas en diciembre de 1985, aprobada con todos los votos a favor de
los diputados presentes.
Fernando Alvarez de Miranda asumió desde 1978 a 1986 la presidencia del Consejo
Federal Español del Movimiento Europeo. Fueron años en los que el europeísmo
español se volcó en defensa de nuestra integración en la Unión Europea y trabajó para
allanar las dificultades que se presentaban a lo largo del complejo proceso de
negociación del Tratado de adhesión, así como para mantener vivo el espíritu de
consenso, que hizo de nuestra integración en la Unión Europeo un auténtico proyecto
nacional.
Fernando Alvarez de Miranda dejó la presidencia del Movimiento Europeo español, al
ser nombrado en 1986 Embajador de España en la República de El Salvador, donde
desarrolló una fecunda labor diplomática en aquel país, azotado por un cruento conflicto
interno, con intensas tareas de mediación en defensa de los derechos humanos.
En 1994 fue elegido por las Cortes Generales Defensor del Pueblo, en cuya institución
promovió, en el marco de sus competencias, iniciativas para perfeccionar las garantías
en la aplicación de los derechos humanos, lograr una mejor integración de las
minorías, prestando una especial atención al desarrollo de los derechos sociales.
Retirado ya de la vida política institucional, Fernando Alvarez de Miranda acompañó al
Movimiento Europeo de España de manera permanente, colaborando generosamente en
sus actividades y aportando sus reflexiones, consejos y pronunciamientos sobre las
vicisitudes que se presentaban en el caminar europeo hacia las metas diseñadas por los
“padres fundadores”. Ejerció con creces las virtudes de la amistad, de la benevolencia
y de la búsqueda del entendimiento en torno a los grandes valores que sustentan nuestra
democracia. Pero siempre fue muy firme en la defensa de los principios que
constituyeron la razón de ser de su compromiso público. Su pérdida nos deja un gran
vacío. Pero el recuerdo de su compromiso ayuda a fortalecer el nuestro. Descanse en
paz nuestro Presidente Fernando Alvarez de Miranda.
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