El primer match ball que Europa juega frente al populismo se ha ganado. La
Holanda tolerante, abierta, comercial y librepensadora se ha impuesto a la
xenofobia y al antieuropeísmo. El liberal Mark Rutte ha derrotado al extremista
Geert Wilders con una participación en los comicios neerlandeses que ha
superado el 80%.
Pese a que se ha contenido el populismo en Holanda, se pueden observar una
serie de consecuencias que amenazan con su expansión por Europa.
El líder xenófobo del partido de la Libertad ha obtenido 5 escaños más que en
2012 y ha conseguido que su rival, el primer ministro Rutte, aumente su
retórica contra la UE y la inmigración. Para esto último ha contado con la
inestimable colaboración del presidente turco Recep Tayyp Erdogan. El
problema que se avecina es que los partidos tradicionales terminen asumiendo
la agenda de los extremistas. A medio plazo el elector podría acabar votando al
original (Wilders) y no a la posible copia (Rutte).
La socialdemocracia ha sufrido una debacle. El partido Laborista, que ha
gobernado estos últimos 4 años con Rutte, ha caído de 38 a 9 escaños y ni tan
siquiera llega al 6% del voto. La coalición de gobierno con los liberales que ha
introducido recortes en sectores como la sanidad le ha pasado factura. La dura
derrota socialdemócrata junto a la pérdida de 8 escaños del partido Liberal
(pasa de 41 a 33 diputados) refleja la caída de los partidos tradicionales, la
ruptura del eje derecha-izquierda que imperaba en Europa y el disgusto con la
élite política.
Los votos que pierden los partidos mainstream pasan a los que representan
diversos intereses. Los Verdes, uno de los grandes vencedores, consiguen 14
escaños frente a los 4 que ganaron en los comicios de 2012. El partido por los
Animales entrará en el parlamento con 5 diputados y el partido para los
jubilados, 50Plus, sentará a 4 de sus miembros en el hemiciclo de La Haya. La
Asamblea holandesa dará la bienvenida por primera vez a Denk, que
representa los intereses de los inmigrantes musulmanes, con 3 escaños; y al
partido antieuropeísta, Foro para la Democracia, con 2 diputados. Los dos
partidos religiosos, la Unión Cristiana (CU) y el protestante y antiislamista
Partido Político Reformado (SGP), han obtenido el mismo resultado de hace 5
años con 5 y 3 diputados, respectivamente.
Tras una campaña centrada en temas como la inmigración, el Islam, el
terrorismo, los recortes sanitarios y la identidad; el resultado final de las
elecciones holandesas dibuja un espectro político muy fragmentado. Trece
partidos han logrado entrar en el parlamento y solo cinco tendrán más de 10
representantes en la Cámara de La Haya. Entre los que han obtenido un buen
resultado se encuentran los democristianos (CDA) con 19 escaños, seis más
que la representación que tienen actualmente y el partido liberal-
progresista, Demócratas 66, con cinco más que en 2012. El Partido Socialista,
que representa a una izquierda más radical, tendrá 14 asientos en el hemiciclo
al perder uno respecto a las últimas elecciones. Con estos resultados, se
necesitará un mínimo de 4 partidos para formar la coalición de gobierno.
Aunque Wilders no ha negado que quiera entrar en el futuro ejecutivo, el resto
de socios de gobierno es muy probable que establezcan un cordón sanitario
que lo relegue a la oposición. Al ultraderechista le podría interesar para seguir
lanzando sus improperios xenófobos; en lugar de formar parte de un gobierno
en el que tendría que rebajar su discurso.
Las negociaciones para formar ejecutivo en Holanda suelen durar una media
de 3 meses. Su sistema está acostumbrado al pacto y al compromiso. Un
consenso que el líder del partido de la Libertad ha querido romper con un
discurso que busca el miedo a la diferencia y el conflicto; pero que conecta con
parte de la población. Una sociedad que ahora se queja de que los inmigrantes
reciben subsidios, pero es un asunto que lleva larvando desde hace cerca de
15 años; cuando surgió el ultraderechista Pim Fortuyn, asesinado a tiros por un
ecologista radical, y tras la muerte del cineasta Theo van Gogh a manos de un
islamista holandés de origen marroquí.
Wilders también ha plasmado un programa en contra de una UE a la que acusa
de tener excesivas competencias en asuntos económicos, fronteras o
terrorismo. Sin embargo, el desencanto de Holanda, país fundador de la UE,
viene de largo. Quizás desde la ampliación de la UE a los países del Este y
Centro de Europa de 2003 y agravado por los rescates tras la crisis financiera
de 2008 y la entrada masiva de refugiados desde 2015.
El modelo social holandés es fruto de lo que denominan polder: las
comunidades que cooperaban para ganar terreno al mar y prevenir las
inundaciones. El solitario y ególatra Wilders ha intentado quebrarlo. De
momento, el rompeolas holandés ha resistido. Pero las aguas populistas fluyen
por una Europa cuyo próximo dique debería estar en la Francia que encabeza
Marine Le Pen.
Publicado en: Te Interesa
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