9- DGS, también “Sol”. Carlos María Bru Purón:.

14º BOLETÍN INFORMATIVO «EUROPA SE MUEVE» 02/04.

Los aranceles desorbitados se convierten en otra oportunidad para Europa.

DGS, TAMBIÉN «SOL»

Madrid, 7 de marzo de 2025

Carlos María Bru Purón – Diario Progresista

Como acertadamente dice Dña. Ana Alonso Castrillo en su carta al diario El País fecha 3 de marzo, procede instalar una placa conmemorativa de la represión franquista en la fachada del edificio en la Puerta del Sol no 7 de Madrid, porque “no solo es propiedad (de la Sra. Díaz Ayuso) ni siquiera de su Comunidad, sino del pueblo español y en particular de aquellos que fueron torturados en sus sótanos”.

Con titularidad incomparablemente inferior a la de quienes sufrieron en alto grado -y hasta la muerte, véase caso Grimau- la tortura en ese edificio entonces llamado Dirección General de Seguridad (DGS), el autor de estas líneas puede dar -debido a su mucha edad- doble testimonio directo del protagonismo que, respecto de más centros a lo largo y ancho de España, ostenta este edificio en referida política criminal de la Dictadura.

El bello edificio neoclásico ha sido sucesivo albergue de distintas Instituciones: Casa de Correos, Real Casa de Postas, Imprenta Real, Ministerio de Gobernación, Capitanía General, a partir de 1941 DGS, hasta 1979 en que el edificio fue cedido a la Comunidad de Madrid donde tiene su respetable sede gubernativa. La fachada contiene placas conmemorativas de la resistencia a los franceses en 1808 y de recientes sucesos como los atentados de Atocha y la pandemia Covid: ¿Y nada más?

No, volvamos a esa larga significación represiva en tal edificio del que bastaba decir “Sol” para distinguirle de cualquier otro allí sitio. Y por mi parte, a recordar las dos visitas forzadas a su interior: insisto, de tratamiento pasivo incomparablemente leve al que otros muchos sufrieron.

La primera vez, junio 1962, consecuencia de mi participación en el llamado Contubernio de Múnich, con práctica de cacheo, desagradable interrogatorio y ostentosa rotura policial del pasaporte en pedazos. (De seguido, fue la obligada toma de permisos profesionales sucesivos y ausencia del domicilio, aconsejados a mí y al otro Notario “contubernesco” Manuel Ramos Armero por parte del entrañable amigo Pio Cabanillas, quien nos libró del confinamiento argumentando al cándido Ministro Iturmendi -con olvido de los asesinados Blas Infante y De Pablo, el exilio de Diego Hidalgo, el confinamiento de Gramunt, la desposesión de Diez Pastor, etc.- una perenne benignidad del Régimen con los Notarios).

Mi segunda -y más severa- “visita de cumplido” a la DGS tiene lugar en noviembre de 1970 con ocasión del famoso “Proceso de Burgos” y consecuente -comparativamente leve- detención de los 19 participantes en una reunión en Avda. del Mediterráneo 18, sede de Investigación y Divulgación, S.A. (IDSA, como se ve y se practicaba, siglas referentes al partido clandestino Izquierda Democrática).

Tras otras reuniones en la sede de HOAC (semitolerado Sindicato católico), manteníamos ésta en pro de la relación conjunta, por parte de la oposición, tendente a la absolución o disminución de penas a los imputados en el famoso Proceso. Ausente Joaquín Ruíz-Giménez por otro compromiso, presido yo acompañado de otras 18 personas: irrupción de la policía, famosa frase de Billy el Niño (“¡19, abogaditos teníais que ser!”) pero incumplimiento del límite legal para reuniones en virtud del Auto de un Juez de los que el Comisario Conesa se jactó (“¡siempre hay jueces a mi servicio!”).

Y consecuente traslado a Puerta del Sol, escaleras abajo a los lóbregos sótanos.

A este respecto, valga decir que al Catedrático D. Enrique Tierno Galván y a mí nos dieron la locación menos mala: una celda conjunta -eso sí- carente de asientos o camastros, espacio de suelo suficiente para tumbarte bajo unos grandes micrófonos en captación de todo parloteo. Locación al parecer semejante a la impuesta a democristianos como Jaime Gil-Robles Gil Delgado, de USDE o “ridruejanos” como Fernando Baeza, independientes como el Dr. Sopeña y el cineasta Juan Antonio Bardem.

Pero mucho mejor que las dispuestas para comunistas y afines: al escritor Armando López Salinas, al politólogo Nicolás Sartorius, y a otros que no pude ver pero al parecer condenaban las mismas condiciones, les reservaron respectivos huecos a pie de escalera tan solo permisivos de postura genuflexa y -caso de asiento- rodillas hasta la mandíbula que por supuesto impedían hablar y menos comer. (Tampoco esto merecía la pena, los dos platos con que cada jornada se me obsequió, los vomité íntegramente, más acertado el Prof. Tierno que ni se los acercó al paladar).

Los interrogatorios a que fui sometido no fueron diurnos, sino repartidos en la noche y turnos de aproximadamente 2 horas al objeto de no dejar descanso: objeto obvio porque allí dormir era un lujo. “Charlas” en que el Comisario no alcanzaba a deshacer mi falsa coartada de la reunión en Mediterráneo como preparatoria de una revista cultural, pero “charlas” en que él se jactaba de tenerme pinchados mis teléfonos en la Notaría, “¿qué fue de aquella testamentaría de aquel señor de Alcobendas (…)?”: lo que motivó que a partir de mi reincorporación a la función notarial, todo tema más o menos confidencial exigía el cara a cara con los clientes.

Salimos de “Sol” días después, Tierno antes por intersección del Canciller Brandt, Sartorius nunca porque de allí pasó a la cárcel por varios años.

A recordar que el aspecto de aquellos sótanos era abominable, penumbra diurna frente a iluminación cegadora nocturna, según empeño -logrado- de que nadie durmiese.

Para resumir, hambre, malos olores, castigo corporal, interrogatorios asfixiantes, muerte policial (a más de Grimau, recordemos a Ruano en su propio domicilio), llevan a que en todos los centros en que la tortura franquista se practicó deben instalarse signos bien claros de lo ocurrido. Centralizada la “seguridad” nacional en “Sol”, no cabe duda que de los más de 120.000 ejecutados en España tras el 1 de abril del 39, un alto porcentaje pasó en vida por aquel edificio policial.

De donde la omisión del dato desatiende las exigencias por parte de Naciones Unidas de “justicia, reparación y garantía de no repetición”. También en la fachada de Puerta del Sol 7, guste o no guste a quien hoy preside la noble Institución actual.

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