3. Rumbo verde del planeta: Europa en la Cumbre de Belém
24º BOLETÍNINFORMATIVO «EUROPA SE MUEVE» 17/11.
CONSTRUYENDO LA EUROPA DEL FUTURO: AMPLIACIÓN, CLIMA Y SEGURIDAD
RUMBO VERDE DEL PLANETA: EUROPA EN LA CUMBRE DE BELÉM
Madrid, 17 de noviembre de 2025
Álvaro Márquez, Colaborador del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo
Europa llega a Belém con la ambición de demostrar que su liderazgo climático no es solo discurso: tras aprobar la Ley del Clima 2040 la semana pasada, la UE defiende en la Amazonia una diplomacia verde centrada en la urgencia científica, la justicia climática y la protección de bosques y océanos. Mientras otras potencias titubean, Europa reivindica su papel como mayor financiador climático y llama a una acción conjunta capaz de sostener el Acuerdo de París. Belém se convierte así en el punto donde Europa pone a prueba su credibilidad y su capacidad real para guiar la lucha global contra el cambio climático.
El mundo en su conjunto se enfrenta a una amenaza implacable cuyas consecuencias son catastróficas: el cambio climático. Los recientes tifones en el sudeste asiático que han arrasado con todo a su paso dejando tras de sí a millones de afectados o las numerosas inundaciones del año pasado como la misma DANA en nuestro país muestran cómo ningún Estado ni puede ni debe mirar hacia otro lado y pone en evidencia la necesidad de combatir en conjunto un peligro que afecta a todos por igual. Con ese mismo objetivo nacieron las Conferencias de las Partes en 1995 y a día de hoy se está celebrando en Belém, Brasil, su número 30 en un momento clave para el futuro climático de la humanidad. Días antes, 6 y 7 de noviembre, se reunieron en la Cumbre de Belém algunos líderes mundiales, entre ellos varios miembros de la UE y el Presidente del Consejo Europeo, António Costa, para discutir su postura y el papel que van a jugar durante la próxima COP30. En esta situación, Europa llega con una nueva brújula, con el reciente éxito de la votación de la reforma de la Ley del Clima 2040, donde se acordó reducir en un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero para dicha fecha. Así la Unión demuestra que no solo acude a Belém para hablar, sino a demostrar que puede liderar la lucha contra el cambio climático desde la acción.
Ese es precisamente el papel que la Unión ha querido reivindicar en Belém: una diplomacia verde basada en el ejemplo y en la defensa del espíritu del Acuerdo de París. Costa lo dejó claro en la sesión inaugural al recordar que “la ventana de oportunidad se estrecha” y que las decisiones adoptadas en Brasil marcarán un punto de inflexión. Son la mitigación, la financiación y la protección de la naturaleza los puntos clave que articulan la hoja de ruta europea en esta COP tan simbólica, la primera en celebrarse en la Amazonia, donde la UE acude con el mensaje de que solo una acción conjunta y sostenida puede impedir un calentamiento global descontrolado.
Durante su discurso, Costa insistió en tres pilares para esa cooperación: la urgencia científica, la corresponsabilidad internacional y la justicia climática. No basta, dijo, con fijar metas de reducción; hay que garantizar que los más vulnerables puedan adaptarse. De ahí que la UE subraye su papel como mayor proveedor mundial de financiación climática y proponga reforzarla mediante nuevas alianzas con el Sur Global. En paralelo, Europa reivindica su liderazgo en restauración y protección de la naturaleza, llamando a ampliar la ratificación del Tratado de Alta Mar y celebrando iniciativas como el fondo Tropical Forest Forever, destinado a preservar los grandes bosques tropicales con mecanismos financieros estables.
El contraste con otras potencias resultó inevitable: mientras algunas siguen aplazando decisiones o priorizando los combustibles fósiles, la Unión defendió que regular, cooperar y avanzar en su propia transición energética son la manera más creíble de influir en el rumbo global. Aún así, Costa introdujo un matiz autocrítico: Europa sólo mantendrá autoridad moral si demuestra cohesión interna y aplica de forma real sus propios compromisos, objetivo difícil de cumplir en mitad de un momento de alta polarización política y existiendo voces acríticas con el cambio climático dentro de la Unión, como la votación por la Ley del Clima 2040 de la semana pasada demostró. A pesar de ello, el presidente del Consejo Europeo nos recuerda que “Europa no busca imponer su modelo, sino probar que la cooperación sigue siendo rentable en un planeta que se calienta”.
De Belém a la COP30, la UE quiere convertir su presencia en un impulso para un pacto global por los bosques, los océanos y la financiación climática que permita sostener el Acuerdo de París en un momento de creciente presión ambiental y donde el conspiracionismo trata de poner en duda el peligro del cambio climático. Belém, en ese sentido, no es solo otra cumbre, sino un espejo en el que Europa observa hasta qué punto su liderazgo político y moral sigue vigente. Si de Belém sale un acuerdo que combine ambición y solidaridad, Europa podrá decir que sigue marcando el rumbo verde del planeta.
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