Francisco Aldecoa, presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo, comenzó el seminario, celebrado el día 23 de febrero en el Ateneo, recordando que el concepto de “autonomía estratégica” nace en 2016 con Mogherini, y que en ese primer momento, aunque poco definido, ya evocaba una idea general de lo que quería significar: la Unión Europea tenía que ser capaz de actuar de forma independiente.
Con todo, el proyecto de Mogherini se vio empañado por el Brexit, cuyo referéndum se había celebrado tan sólo tres días antes de que este fuese publicado.
Tras el Brexit, se da una “crisis existencial” en la Unión Europea (así lo expresó Junker), el papel que la Unión Europea quería jugar en el mundo había quedado comprometido, se creyó que los países de Europa Oriental seguirían el camino marcado por los británicos… Pero Aldecoa nos dice que todos estos planteamientos no han resultado ser más que exageraciones: sin el Reino Unido, dice, la Unión Europea ha sido capaz de realizar proyectos e hitos que con el país aún dentro de la Unión, jamás habrían sido posibles; y lejos de plantearse una salida, los países de Europa Oriental, cerraron filas en torno a la Unión, dándose cuenta de que sus intereses se defenderían mejor desde dentro.
Por fin, con las elecciones de 2019, la “autonomía estratégica” empieza a coger fuerza, gracias al aumento sustancial de la legitimidad democrática del sistema, al subir casi 10 puntos la participación, rompiendo la tendencia a la baja que se venía dando hasta entonces. Y tan sólo 3 meses después, con el inicio de la pandemia, se vio un ejercicio de cohesión y cooperación hasta entonces inédito dentro de la Unión.
Finalmente, Aldecoa concluye su intervención haciendo hincapié en que el ejercicio de la “autonomía estratégica” ha sido posible gracias a la diplomacia común, “que ha cambiado el sentido de las cosas” y que, a partir de su evolución a raíz de la pandemia, pasa de ser una cuestión meramente centrada en la seguridad y la defensa, a incluir también el área de la sanidad; y es que desde ese momento la Unión Europea, ha buscado ampliar progresivamente el concepto de “autonomía estratégica” a prácticamente todos los ámbitos (tecnología, medioambiente, desarrollo, comercio…) y alcanzar no sólo la independencia táctica, sino un desarrollo completo.
A continuación, la profesora Mercedes Guinea, inició su intervención explicando que la “autonomía estratégica” comienza siendo un objetivo de política exterior y posteriormente pasa a ser un punto clave del proceso de integración europea.
Guinea menciona que, el atractivo de nuestro modelo reside en la existencia de tres contratos sociales entre la Unión y su ciudadanía: la paz; el sistema de bienestar; y el que debe ser el siguiente paso, la protección frente a los desafíos de la globalización, y es ahí donde la “autonomía estratégica” juega un papel clave. Poco a poco, como bien señaló Aldecoa con anterioridad, la “autonomía estratégica” está modulando toda la política europea, y esto no es más que debido a un cambio de visión del mundo.
Otro punto destacado por la profesora Guinea es el relativo a las influencia kantiana de la Unión a la hora de percibir el mundo, basada en que los intereses compartidos dan lugar a la cooperación. Sin embargo, la realidad a día de hoy es que la sociedad internacional está marcada por el multilateralismo y por las políticas de poder, y las interdependencias que este genera pueden ser utilizadas para herir a la Unión Europea, por ello, es de vital importancia adaptar nuestras políticas, es decir, profundizar en nuestra “autonomía estratégica”.
Seguidamente, la profesora explica que, según las conclusiones del Consejo de noviembre de 2016, la “autonomía estratégica” consiste en la “actuar de manera autónoma donde y cuando sea necesario, y de ser posible, con terceros”. Lo curioso de esta política es que es redactada por expertos, y no por los Estados Miembros, y poco a poco se ha ido adoptando como propia, hasta el punto de que ya no sólo condiciona el ámbito exterior, sino también el interior de la Unión Europea, vincula toda su agenda.
Con todo, la “autonomía estratégica” todavía tiene limitaciones, ya que existen sectores de actividad que todavía no se incluyen en la misma; además, existe el problema de la unanimidad, ya que, según el criterio de la profesora Guinea, cada vez que se decide algo por unanimidad, se permite la entrada de caballos de Troya, es decir, la influencia de terceros desde el exterior.
La profesora Victoria Rodríguez fue la tercera interventora de la tarde, y aportó un enfoque reflectivista al por qué surge el concepto de “autonomía estratégica” y a qué responden los cambios que se vienen dando en los últimos tiempos.
Según la profesora, la Unión Europea se ha dado cuenta de la vulnerabilidad que surge de depender de terceros estados, y el concepto muta según se intentan dar respuestas a las necesidades de la escena internacional. Algunas de las más apremiantes se basan en promover una Europa unida, resiliente y soberana; en aquellos elementos vinculados al aspecto normativo, así como la necesidad de reforzar nuestro marco normativo; o combatir la infodemia y las noticias no veraces con impacto en la ciudadanía de los Estados Miembros… Todo esto sin olvidar que las alianzas con estados que no comparten nuestros estándares y valores significan una vulnerabilidad a nuestro sistema.
Es en este punto que la profesora Rodríguez hace énfasis en la relevancia de los países dentro del marco de vecindad y ampliación, con quienes es imprescindible establecer unos vínculos prioritarios que avancen en los que ya se mantenían en áreas de energía, economía, desinformación… ya que a la luz del concepto de la “autonomía estratégica” cobran mayor protagonismo en tanto en cuanto la Unión Europea busca exportar su modelo a estados que compartan el mismo marco normativo.
Como conclusión, Victoria Rodríguez, remarca que la agenda de vecindad busca lograr la residencia estatal y social, y que en este sentido, se espera que la próxima Presidencia Española del Consejo profundice en la misma, paliando, especialmente, los resultados menores que se han venido dando en la zona del Mediterráneo Meridional, y que, a su vez, la capacidad de persuadir a los estados para llevar a cabo los cambios necesarios será determinante en un mundo multipolar.
El último ponente de la tarde, el embajador Fernando Valenzuela, ignición su ponencia recordando que hay veces que pasamos por alto el avance que supuso en el siglo pasado, después de la guerra y de la creación de las comunidades europeas, el abandonar todos los modelos que habían existido para preservar la paz en aras de implantar uno hasta el momento totalmente desconocido: la cooperación. Sin embargo, tampoco se puede ignorar que los grandes problemas geopolíticos y geoestratégicos se habían delegado a la protección del paraguas de la OTAN, que viene dado por un sistema de disciplina adquirido durante la Guerra Fría; aunque la Unión Europea empieza a ser consciente de que el contexto ha cambiado y que no se puede mantener una división entre geopolítica y geoeconomía. Esto sumado a la tendencia al aislacionismo de EEUU; al revisionismo ruso, peligroso cuando una potencia entra en decadencia; y a la creciente asertividad de China.
Por su parte, el sur global, nos explica Valenzuela, ha entrado en una situación de “descreimiento”, de percibir que sus grandes problemas no están siendo atendidos, y de que sus temas son relegados ante las grandes potencias. Claro ejemplo es como se han ido produciendo distorsiones en la relación con África, debido a la proliferación de actores estatales y no estatales en el continente, que añaden alto grado de exigencia a la relación.
Europa, advierte Valenzuela, se juega su futuro en el sistema multilateral, engranaje que permite que las RRII y el sistema mundial funcionen, “líquido amniótico que permite que proliferen nuestros valores e intereses”. Es, por ello, de vital importancia que la tendencia cambie, la Unión Europea, dice el embajador, tiene contribuir a los consensos en el sistema multilateral, ya que tiene la capacidad para liderar; y para ello, la “autonomía estratégica” ha de ser multidimensional, debe entenderse desde una visión holística, con la que superar los malos momentos que atraviesa el multilateralismo y parar el fraccionamiento que hemos observado en los últimos tiempos.
Finalmente, el embajador advierte de que el orden de Helsinki en materia de cooperación y de seguridad ha estallado, tenemos que empezar de cero, y crear uno nuevo. Y bajo la consigna de que “no puede haber paz ni progreso sin interdependencia”, reflexiona sobre cómo Churchill y Roosevelt hablaban de la Sociedad de Naciones ya antes de que finalizase la guerra y de cómo, por la cuenta que nos trae, deberíamos empezar también nosotros a hacer lo que ellos.
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