In memoriam
El europeísmo español ha sentido consternación por la muerte de nuestro buen amigo Mario Soares, tan cercano a nuestra experiencia de la lucha por la democracia y del proyecto de integración europea. Cuando dejó su largo período de Presidente de la República portuguesa, asumió la presidencia del Movimiento Europeo Internacional (1997), sustituyendo al expresidente Valery Giscard d`Estaign. Fueron años de efervescencia del europeísmo, mientras se llevaban a cabo los avances en la construcción europea plasmados en el Tratado de Maastricht, que culminarían en la convocatoria de la Convención acordada en la cumbre de Laeken (2001). José María Gil-Robles, nuestro Presidente de honor, recogió el testigo de Mario Soares al frente del Movimiento Europeo.
Mario Soares supo con lucidez y con sentido histórico identificar, como causas inseparables, la de la recuperación de la democracia en su país y la del proyecto de construcción europea. Combatiente contra la dictadura de Salazar y sus epígonos, fue uno de los protagonistas de los convulsos momentos que vivió Portugal tras la “revolución de los claveles” y uno de los principales artífices de la rectificación del rumbo de aquella revolución para orientarla hacia una verdadera democracia pluralista, con libertades, separación de poderes y vocación europea. Lo hizo con coraje y con la capacidad propia de un auténtico líder político. Las democracias europeas tienen contraída una deuda de gratitud con él.
Pero, recuperada la democracia en Portugal, mientras España, a su vez, recorría la Transición hacia el sistema democrático, Soares fue también el artífice del impulso de la negociación que culminaría en la adhesión de Portugal a las entonces Comunidades Europeas el 12 de junio de 1985. Fue una feliz coincidencia el hecho de que ambos países, Portugal y España, firmaran sus Tratados de Adhesión el mismo día, por la mañana en Lisboa y por la tarde en Madrid, con la presencia de todos los mandatarios europeos. Mario Soares era el primer ministro portugués y Felipe González el presidente del gobierno de España.
Los demócratas y europeístas españoles debemos mucho a Mario Soares. Ante todo, la lucidez y coherencia de sus planteamientos y orientaciones políticas. Lo he dicho antes: la inseparabilidad de las causas de la democracia y Europa, como exigencias de nuestro tiempo histórico. Porque nuestro tiempo ha de ser el de la integración y no el de la desmembración o el de los particularismos miopes. Y Mario Soares entendió muy bien que a los dos Estados configurados históricamente en la península ibérica le correspondían las mejores relaciones de amistad y estrecha cooperación, con la superación de barreras que perturbaron nuestro pasado. El marco europeo era y sigue siendo el más propicio para tal diseño, que defendió con inteligencia y pasión Mario Soares.
Asumimos el legado de Soares como propio. Y esta hora de pesar por su muerte debe servir para reafirmar la fecundidad y vigencia del proyecto por el que luchó incansablemente a lo largo de su dilatada vida pública. Descanse en paz nuestro amigo Mario Soares.
Eugenio Nasarre
Presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo
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