El Futuro de Europa

En plena ocupación nazi de Europa, dos presos del fascismo italiano, Altiero Spinelli y Ernesto Rossi, redactaron desde la isla de Ventotene en 1941, un manifiesto al que titularon “por una Europa libre y unida” que con el tiempo constituyó la base conceptual de la construcción europea impulsada por el Movimiento Europeo nacido en 1948 en el congreso de la Haya donde se reunieron los demócratas de todo el continente para juramentarse con un NUNCA MÁS LA GUERRA, que había asolado al viejo continente desde tiempo inmemorial, la última solo tres años antes había costado al vida de 50 millones de personas.

El primer resultado institucional fue la creación del Consejo de Europa en 1949 al que hoy pertenecen 47 estados que tienen como denominador común la reconciliación, la libertad, la democracia, el estado de derecho y el imperio de la ley.

Solo un año después hay otra fecha fundamental, el 9 de mayo de 1950, la declaración Schuman, ministro de asuntos exteriores de Francia, quien con su colaborador Jean Monet, lanzan la creación de la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero) primera piedra de la futura unión económica y política de Europa (UE) de la que formaban parte seis países, Alemania, Francia, Holanda, Luxemburgo, Bélgica e Italia. El éxito de esa primera experiencia dio lugar a nuevas creaciones de integración que desembocaron en el Tratado de Roma de 1957. Ya se podía decir con razón que la Europa de la paz, la libertad y el progreso eran una realidad consolidada que teníamos que hacer irreversible.

A pocos meses del 70 aniversario del congreso de la Haya, ya se puede afirmar que nunca antes Europa ha tenido un tan largo periodo de paz, democracia y prosperidad. Pero no podemos dormirnos en los laureles. Europa ha avanzado y crecido a bases de superación de crisis
sucesivas. Las distintas ampliaciones hasta pasar de 6 a 28 países, los cambios geopolíticos como la caída del muro de Berlín y de la URSS, las crisis sistémica de la economía, la última en 2007 que aún no ha acabado, han supuesto pruebas casi insuperables para la UE.

Pero aunque hoy la UE es un actor global de poder “suave”, el mayor espacio de intercambios comerciales, el mayor donante y proveedor de AOD (ayuda oficial al desarrollo), los retos se multiplican. El cambio climático, la crisis migratoria y sobre todo las consecuencias del Brexit, están poniendo a prueba de nuevo la solidez y capacidad de respuesta de la UE.

Pero la salida del RU de la UE es una grave prueba pero también una ventana de oportunidad porque ha generado una galvanización cargada de energía de futuro en el sentido de crear un nueva valoración de lo que tenemos y un deseo de demostrar que la UE es mejorable pero en todo caso es mejor que su inexistencia. En otras palabras, el euroescepticismo que reinaba hace solo dos años, se está convirtiendo en europeísmo, en eurooptimismo, en la convicción de que hay que dar la batalla a las políticas renacionalizadoras que propagan el populismo y el nacionalismo, los dos males que asolan la Europa de hoy. En España lo estamos viendo con el insolidario separatismo catalán que últimamente proclama su antieuropeismo como el resto del los populistas europeos.

Como se ha demostrado en la Asamblea del Movimiento Europeo Internacional celebrado en Bruselas los pasados 24 y 25de Noviembre, hay un nuevo renacer de la idea de Europa que debemos aprovechar para los actos del 70 aniversario del Congreso de la Haya en la primavera de 2018.

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