4. G20 2025 en Sudáfrica: un punto de inflexión para el orden global
25º BOLETÍNINFORMATIVO «EUROPA SE MUEVE» 09/12.
EUROPA EN EL NUEVO TABLERO GLOBAL: ESTRATEGIA, SEGURIDAD Y ALIANZAS
G20 2025 EN SUDÁFRICA: UN PUNTO DE INFLEXIÓN PARA EL ORDEN GLOBAL
Madrid, 09 de diciembre de 2025
Cristina Cramer, Colaboradora del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo.
La cumbre del G20 celebrada en Sudáfrica marcó un hito histórico al reunir por primera vez al foro en suelo africano. Pese a la ausencia destacada de Estados Unidos, los líderes lograron acordar una hoja de ruta común centrada en la transición energética, la financiación del desarrollo y la estabilidad global. La Unión Europea desempeñó un papel clave en este impulso multilateral, defendiendo una cooperación más inclusiva y un apoyo reforzado al África subsahariana. Lo ocurrido en Johannesburgo ofrece una visión clara del nuevo equilibrio geopolítico y de cómo Europa busca liderar una agenda internacional más justa y sostenible.
La cumbre del G20 celebrada en Johannesburgo los días 22 y 23 de noviembre de 2025 marcó un momento singular en la gobernanza global: fue la primera vez que el foro se reunió en África, un gesto de reconocimiento hacia el peso político y económico creciente del continente. Pese a la atención mediática que generó la ausencia del presidente de Estados Unidos, destacada por BBC News al señalar que “la silla estadounidense se mantuvo vacía durante toda la jornada y apenas fue mencionada por los líderes presentes”, el G20 logró cerrar una declaración conjunta centrada en transición energética, financiación del desarrollo y estabilidad económica internacional. Lejos de restarle relevancia, la ausencia estadounidense sirvió para poner de relieve la capacidad del grupo para articular consensos incluso en un contexto de tensiones políticas.
Según la información oficial del Consejo Europeo, la Unión Europea acudió a la cumbre con un mensaje claro: reforzar el compromiso multilateral y situar la financiación sostenible y la resiliencia económica en el centro de la agenda global. La declaración adoptada en Johannesburgo recogió precisamente ese enfoque, al subrayar la necesidad de promover un crecimiento inclusivo, apoyar reformas en las instituciones financieras internacionales y avanzar hacia una transición energética “justa y equitativa”. El documento insistió en la urgencia de ampliar las fuentes de financiación para la mitigación y adaptación climática, una idea que Bruselas lleva años defendiendo y que, en esta ocasión, encontró eco en un amplio número de delegaciones.
En el terreno geopolítico, la cumbre puso de manifiesto la importancia de mantener abiertos los canales de diálogo en un mundo marcado por conflictos y rivalidades estratégicas. Tal y como recoge el Consejo Europeo en su resumen oficial, la UE insistió en que la cooperación internacional sigue siendo esencial para contener los efectos de la guerra en Ucrania y para coordinar respuestas ante crisis humanitarias y tensiones regionales. Aunque el comunicado final evitó referencias directas que pudieran fracturar el consenso, sí incluyó un llamamiento explícito a respetar la Carta de Naciones Unidas y a reforzar la estabilidad global mediante soluciones diplomáticas y el respeto al derecho internacional.
Uno de los temas más repetidos durante la reunión fue la creciente presión económica sobre los países en desarrollo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recordó en Johannesburgo que “los países más vulnerables no pueden quedar atrás en la transición energética global”, subrayando que los esfuerzos climáticos deben ir acompañados de financiación accesible y de la movilización del sector privado. Esta prioridad se reflejó en la declaración del G20, que incluyó un compromiso para avanzar en mecanismos de financiación innovadores y para mejorar la coordinación entre bancos multilaterales de desarrollo.
La dimensión africana de la cumbre fue especialmente simbólica. El gobierno sudafricano presentó el encuentro como una oportunidad para que el continente reclamara un papel más influyente en la arquitectura del multilateralismo, y varios líderes destacaron la importancia de establecer alianzas económicas que respeten la soberanía y fomenten un desarrollo sostenible a largo plazo. El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, afirmó que el G20 en África “no es solo un símbolo, sino un recordatorio de que la gobernanza global debe ser verdaderamente representativa”.
Para la Unión Europea, el G20 de 2025 ofreció un marco adecuado para reforzar este mensaje. La delegación europea enfatizó, según el Consejo Europeo, la necesidad de fortalecer la cooperación con África y de consolidar una relación basada en inversiones sostenibles, estabilidad política y oportunidades económicas mutuas. Bruselas defendió que la transición digital y energética puede convertirse en un motor compartido de crecimiento si se combina con estrategias de desarrollo inclusivo y con un comercio internacional regido por reglas claras y justas.
A pesar de las ausencias y de los desafíos globales, el G20 de Johannesburgo dejó una sensación de continuidad y compromiso. El foro mostró que sigue siendo un espacio indispensable para impulsar consensos y coordinar políticas entre economías que representan alrededor del 80% del PIB mundial. La Unión Europea, con su apuesta por el multilateralismo y la cooperación estructural, asumió un papel central en la búsqueda de soluciones conjuntas. En un escenario internacional incierto, el mensaje que Europa llevó a Sudáfrica fue claro: el progreso global solo es posible si se refuerza la cooperación, se protege la estabilidad y se promueve un desarrollo que beneficie realmente a todas las regiones del mundo.
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