2. La Era Trump II: De la Ruptura Transatlántica a la Autonomía Europea

21º BOLETÍN INFORMATIVO «EUROPA SE MUEVE» 29/07.

EL BALANCE DEL BOLETÍN DEL CFEME: UN AÑO DECISIVO PARA EUROPA

2. La Era Trump II: De la Ruptura Transatlántica a la Autonomía Europea

Madrid, 29 de julio de 2025

Laura Jiménez de Vicente, colaboradora del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo.

Son muchas las actitudes o comentarios polémicos del presidente estadounidense durante su segundo mandato. La lista es larga, comenzando desde el Indulto masivo a los implicados en el asalto al Capitolio, el 6 de enero. Continuaría con la salida de EEUU del Acuerdo de París y otras organizaciones internacionales, retirándose oficialmente y rompiendo relaciones con la OMS (y estos días ha solicitado la retirada de la UNESCO). Ya se perfilaba el giro hacia el aislamiento global que Trump pretendía para una nación que había sido durante décadas el aliado estratégico más cercano de la Unión Europea. 

Las amenazas arancelarias generalizadas, especialmente contra productos europeos y chinos, terminaron de confirmar ese repliegue nacionalista. Trump impuso un arancel del 10 % a todas las importaciones —medida bautizada como «Día de la Liberación»— y anunció gravámenes específicos de hasta el 145 % sobre bienes clave, afectando gravemente al comercio global. Estas decisiones, lejos de ser meramente económicas, se interpretaron como gestos políticos destinados a debilitar los lazos multilaterales y reforzar una visión de Estados Unidos centrada en el proteccionismo y el enfrentamiento estratégico.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha sacudido los cimientos de la relación transatlántica, marcando un claro distanciamiento de Estados Unidos de sus compromisos con Europa e incluso dejando a la Unión fuera de negociaciones clave, como las que se han iniciado directamente con Rusia en el conflicto de Ucrania. Lejos de ser solo una fuente de incertidumbre, esta ruptura ofrece a Europa la oportunidad histórica de consolidar su autonomía, dejando de depender de aliados externos para garantizar su seguridad, su democracia y sus intereses estratégicos.

Según la declaración del CFEME, el aislamiento estadounidense ha desencadenado lo que califican como un “cuádruple ataque” contra Ucrania, la seguridad europea, el orden internacional liberal y los valores democráticos compartidos. Este contexto exige una respuesta más allá de la mera diplomacia: una integración política y una reforma institucional profunda, capaces de dotar a Europa de una verdadera Unión política, con competencias propias en defensa, economía y fiscalidad. 

En línea con lo expuesto por Francisco Aldecoa, presidente del CFEME, la candidatura de Trump ha reforzado la convicción de que la Unión Europea ya no puede depender del liderazgo estadounidense. La reciente publicación La oportunidad de Europa frente a Trump sostiene que este nuevo escenario facilita que el liderazgo global en orden liberal y multilateral pase progresivamente a Europa. Según Aldecoa, la decadencia del compromiso estadounidense abre una ventana de oportunidad para que Europa articule una nueva amalgama con aliados históricos como el Reino Unido o emergentes como América Latina.

Expertos y analistas han destacado que Trump ha acelerado el despertar geopolítico de Europa. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha impulsado un ambicioso plan de rearmamento que prevé invertir hasta 800.000 millones de euros en la próxima década para alcanzar autonomía estratégica en defensa, reduciendo la dependencia estadounidense. Este rearme exige a su vez modernizar los Estados del bienestar y fortalecer el mercado interior para sostener sus compromisos económicos y militares.

Este momento decisivo podría marcar el fin de la Europa pasiva y fragmentada. La crisis impulsada por Trump puede ser el catalizador que precipite la refundación de la Unión, un proceso natural tras la pandemia y la guerra de Ucrania, y que requiere reformas constitucionales, ambición estratégica y voluntad política colectiva. Lejos de la reacción instintiva al aislamiento, Europa tiene la oportunidad de emerger con protagonismo global, consolidándose como un actor independiente, con agenda propia y capacidad para defender el orden multilateral en tiempos de incertidumbre.

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