Vuelve la locomotora franco-alemana

Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial Alemania se ha vuelto impredecible. Su estabilidad está fuera de duda gracias a una Ley Fundamental sólida, salvaguardada por el presidente, Frank-Walter Steinmeier, y una economía bien pertrechada. Pero el gobierno de la canciller Angela Merkel sigue en funciones desde las elecciones del pasado 24 de septiembre. La Unión Europea, en un momento en el que el tiempo apremia para emprender reformas cruciales y abordar el Brexit, espera a que su socio más fuerte supere el estancamiento político.

Y Europa se ha convertido en la última ratio para superar la crisis. “Europa necesita una Alemania fuerte”, ha dicho la canciller Merkel el sábado 25 de noviembre en un congreso regional en Mecklemburgo-Antepomerania. Las conversaciones exploratorias que habrían de conducir a una coalición llamada Jamaica por los colores de los partidos que la integrarían (negro de CDU y CSU, amarillo por los liberales y verde de los ecopacifistas) fracasaron el domingo 19 de noviembre a medianoche, tras cuatro semanas largas de tiras y aflojas. Fue el líder del Partido Liberal (FDP), Christian Lindner, quien rompió finalmente la baraja. “Mejor no gobernar que gobernar mal”, sentenció.

Al día siguiente, el presidente, Frank-Walter Steinmeier, se erigió en garante de la Constitución, y aludió al compromiso de los partidos con Alemania, y con Europa, para evitar nuevas elecciones. “En nuestro país, y también en nuestros vecinos europeos, no se entendería y sería muy preocupante que las fuerzas políticas del país más fuerte y sólido económicamente de Europa no asumieran su responsabilidad”.

La llamada de atención se dirigía especialmente a los socialdemócratas (SPD), que hasta entonces habían decidido quedarse en la oposición, pese a ser el segundo partido más votado el 24 de septiembre. Cosecharon, sin embargo, el peor resultado de su historia, con apenas un 20,5% de los votos, y lo atribuían a su alianza con Merkel.

El líder del SPD, Martin Schulz, ex presidente del Parlamento Europeo, reconocía a finales de esa semana fatídica, el viernes 24 de noviembre, cómo había recibido llamadas “de varios socios europeos”, preocupados por la situación en Alemania, y prometió que el partido estaría a la altura. Merkel ha dicho que urge la formación de gobierno “para satisfacer las expectativas” de nuestros aliados en la UE.

El presidente Steinmeier logró reunir en el Palacio de Bellevue a la canciller Merkel, al líder socialcristiano Horst Seehofer y al líder del SPD, Martin Schulz, el último día de noviembre. Como condiciones para negociar una alianza con la CDU y la CSU, los socialdemócratas esgrimen la profunda reforma de la UE y del sistema social alemán.

Los dirigentes del SPD han dado el visto bueno a las conversaciones con la Unión (CDU y CSU) y los militantes también han aprobado en el primer congreso tras la derrota electoral acometer este paso crucial para Alemania y para Europa. El miércoles 13 de diciembre se sientan finalmente en la mesa de conversaciones los líderes de CDU, CSU y SPD.

El SPD, que deja aún en el aire si formará una gran coalición o dará su apoyo a un gobierno en minoría de Merkel, sacrifica así sus intereses de partido por la gobernabilidad de Alemania y las reformas europeas. Schulz ha ido más allá en el congreso socialdemócrata, celebrado del 7 al 9 de diciembre, al defender unos “Estados Unidos de Europa” con el horizonte del año 2025, basado en un contrato constitucional europea en una Europa federal. Quienes no suscriban esta vía deberían dejar la UE, según Schulz.

“Los vecinos europeos han descubierto que hay algo peor que la dominación de Alemania y es la debilidad de Alemania”, puede leerse en el semanario Die Zeit. La Alemania actual es “una Alemania europea”, como evocaba Thomas Mann, y una Alemania anclada en la Unión Europea. El más consciente es el presidente francés, Emmanuel Macron, que confíaba en su buena sintonía con la canciller Merkel para impulsar su visión de Europa.

Buen cumplidor de momento con los deberes de reformas, el ambicioso plan de Macron (presupuesto común europeo, pilotado por un ministro de Finanzas, mayor convergencia fiscal, más Europa de la Defensa…) al menos no se encontró con un rechazo de Merkel. Ahora Schulz ayudará a darle el empujón definitivo. Merkel y sus socios socialcristianos no son tan entusiastas a la hora de acometer reformas drásticas que supongan mayores aportaciones no ligadas a proyectos concretos.

Tanto Macron como el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, así como el presidente del Consejo, Donald Tusk, que quiere avanzar en la Hoja de Ruta con su Agenda de Líderes incluso ya en la cumbre de diciembre, se han topado con este inesperado parón alemán. “La situación no llevará a la UE a una crisis, al menos de momento, pero es un obstáculo para las reformas. La UE espera una respuesta de Berlín y no habrá respuesta hasta que no haya nuevo gobierno. Si se demora demasiado tiempo, se puede perder la oportunidad en Europa”, explica Yann-Sven Rittelmeyer, polítólogo en el European Policy Centre (EPC) de Bruselas.
Sin embargo, finalmente descartar a los liberales, que rechazan cualquier tipo de nueva transacción financiera a la UE y son reticentes a los avances en unión monetaria y fiscal, y que sean clave los socialdemócratas los socios clave, bien en la gran coalición, o tolerando un gobierno en minoría, va a ser favorable para Europa. “A pesar del tiempo perdido, el colapso de Jamaica, podría ser positivo para las reformas en la UE. Con los socialdemócratas las propuestas de Macron cuentan con más posibilidades”, añade el experto de EPC.
“Es crucial que en 2018 se decída sobre el fortalecimiento de la Unión en áreas clave como estabilidad fiscal, equilibrio social, seguridad de fronteras, política migratoria y de refugiados, política exterior y de seguridad. Espero que buena parte de las ideas de Macron formen parte una iniciativa franco-alemana una vez que el gobierno sea operativo en Berlín”, señala Josef Janning, director del European Council of Foreign Relations (ECFR) en la capital alemana. Para Janning es fundamental que el futuro gobierno cuente con una mayoría sólida, que no sea un gobierno en minoría. “Los Estados miembros con gobiernos en minoría no llevan la iniciativa, se quedan al margen, y la UE no puede permitirse una Alemania al margen”, añade Janning.
“Cuanto más se prolongue la formación de gobierno mayor será la debilidad de Alemania en Europa”, reconocía en Der Spiegel Günther Oettinger, quien tiene a su cargo la compleja labor de elaborar el futuro presupuesto de la UE hasta 2027 y ahora se ve sin interlocutor en su propio país. En realidad, aminora los daños el hecho de que el ministro de Finanzas, Peter Altmeier, y la canciller Merkel sean voces de peso en Bruselas, incluso estando en funciones. Pero así no pueden adoptarse decisiones trascendentales.
Restaurar la confianza entre los socios de la pasada legislatura (democristianos, socialcristianos y socialdemócratas) va a costar tiempo. Hasta principios de 2018 no parece que pueda haber gobierno en el mejor de los casos. Sea cual sea el resultado, lo cierto es que los alemanes reconocen que son necesarios avances pero no quieren que el contribuyente alemán interprete que vuelve a ser quien pague más que nadie, y luego se encuentre con respuestas insolidarias como en la crisis de los refugiados por parte de gobiernos del Este, por ejemplo, grandes beneficiarios de fondos comunitarios.

Además, con el Brexit en marcha, Alemania ya es consciente de que habrá de poner 25 centavos por euro que aportaba el Reino Unido, pero hay que ver cómo repartir el resto de la carga. El impás alemán también hace que Merkel no esté tan pendiente de esta cuestión como May desearía.

Según Leon Stebe, ex corresponsal de Inforadio en Bruselas, al final “habrá algún tipo de compromiso y cierta apertura. No será todo lo que quiere Macron. El gobierno alemán estaría dispuesto a realizar algún tipo de transacción, más que dinero directo, quizá más inversiones en Europa, Han de encontrar una manera de venderlo a los votantes alemanes”. Los interlocutores en Berlín se refieren todos a esa necesidad de concreción de proyectos a la hora de hablar de dinero alemán para la UE. “Solidaridad y responsabilidad”, es el mantra más escuchado.

Alemania sabe que es hora de que “la poesía europea”, esas invocaciones a una Europa fuerte con una Alemania fuerte, se traduzcan en hechos, especialmente en lo relativo a la consolidación de la unión monetaria. Es la primera tarea pendiente del futuro gobierno federal alemán en la Unión Europea. Urge que Berlín vuelva a la escena europea.

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