Tras Brexit, más Europa, más ciudadanía

Como todo gran seísmo político, el Brexit va a tener consecuencias estructurales  vitales para la prosperidad, libertad y solidaridad de los europeos del futuro. Pretender hoy en día conocerlas o adivinarlas, es un ejercicio tan fatuo como vano. Y no por la dificultad que entraña convertirse en Sibila, sino porque las consecuencias no existen en estado puro, sino que serán en gran parte las derivadas de las decisiones políticas que tomemos los meses inmediatos, de cómo reaccionemos, en una palabra. Nótese que he mentado “consecuencias estructurales”. Las coyunturales de corto plazo, sometidas a especuladores, convulsiones anímicas precipitadas, despiste y perturbación pasajera, no son buenas, por puro sentido común, para nadie y menos para los británicos, pero serán una lágrima en el mar de la Historia. Las estructurales a medio y largo plazo serán el mar.

Para mejor ver las decisiones a tomar, podemos intentar pensar qué hubiera sucedido si los británicos no nos hacen el favor de apoyar el Brexit.  Gran Bretaña hubiera seguido nominalmente en el club de la U.E., con todavía mucha menos implicación que antes y tras haber hecho volar por los aires principios fundamentales de los tratados y del  Proyecto de los padres fundadores. (Recordemos que el improbable Señor Tusk, Presidente del Consejo, se permitió reinterpretar el principio sagrado de ir hacia una siempre más unida Europa, prostituyéndolo, para intentar que los británicos no se fueran). La U.E, a mi juicio, hubiese proseguido su larga agonía hacia la autodestrucción, la renacionalización, la intergobernabilidad devoradora de sus Instituciones genuinas (Comisión, Parlamento, CESE) y el alejamiento de la credibilidad frente a los ciudadanos. Además con el conocido caballo de Troya  que instalara Margaret Thatcher en las Instituciones: la propia Gran Bretaña, que nunca ha ayudado al proyecto de una Europa Unida, sino colaborativa mediante pactos comerciales… a su favor! (¡Eso sí que era laminador, y no el TTIP!).

Esa reflexión nos permite proclamar el primer aviso: Precisamente lo que no puede hacer la U.E, ni permitir sus ciudadanos, es intentar seguir igual sólo que con uno menos. El continuismo sería una traición de lesa sociedad y hay que tomar medidas drásticas, urgentes , reformas profundas,  y no digo que revolucionarias porque se trata de volver al modelo original. Se trata de dar un enorme espaldarazo a la senda hacia una Europa más integrada, (y por ello más eficaz para sus ciudadanos). El Brexit debe ser un revulsivo frente a la agonía.

La tarea más fácil, que no creo que nadie quiera complicar con dilaciones nefastas ni maquiavelismos de miserables,  es la nueva relación a establecer entre U.K. y U.E.  Existen los precedentes de Noruega, Suiza, Groenlandia, etc.. como para no poder encontrar eficaz y brevemente soluciones win-win en este contexto sup-óptimo. Porque nadie dude que los británicos son europeos y son nuestros amigos (salvo cuando jugamos al rugby, como es tradición). Incluso debemos asumir el deber de preparar una U.E. potente y atractiva  que readmita en su seno (eso sí, plenamente), tal vez en 20 años, la legión mayoritaria de jóvenes británicos que quieren quedarse en Europa.

La tarea ingente e inaplazable no es salvar las relaciones con Gran Bretaña, sino salvar Europa. Para una persona que no ve para ello, desde un punto de vista analítico, histórico, socio-económico, racional  y riguroso, otra salida que avanzar deprisa hacia una U.E. federal , se necesitan, en el breve marco tres aportes esenciales.

En primer lugar conviene tener muy claro lo que está en juego al final del envite. Hay que tener pleno convencimiento de que la lucha emprendida hacia una más y mejor Europa tiene por único objetivo el mejor marco posible a futuro para la prosperidad, libertad, solidaridad y justicia de los ciudadanos europeos. Todo planteamiento basado en mezquindades de poder a corto, en necesidades electoralistas, en partitocracias y personalismos politiqueros , está abocada al fracaso…de los ciudadanos, porque si no se está convencido de que la unión de Europa es la única vía de mejorar todos los aspectos de la vida de los ciudadanos ( que es, de facto, el secreto radical de U.S.A), el esfuerzo no merece la pena. Cuando la Señora Merkel dice que “Europa deberá ser el continente más competitivo del mundo” está diciendo exactamente lo que hemos expuesto, sólo que, antes que nada, debe convertirse en continente, y dejar de ser una cohabitación de nacioncillas. En segundo lugar es preciso una inmensa tarea educativa  e informativa, enriquecedora y formativa, que explique a las claras y valientemente lo que se pretende y los valores y ventajas para los ciudadanos (no para sus oligarquías) que tendrá el continentalizar políticamente Europa: hay que explicar que la necesidad de una agencia integrada única de información es indispensable para aumentar de veras su seguridad, igual que una defensa única, una protección integrada de fronteras. Hay que informar que el futuro es una relación entre grandes masas críticas de población y poder ( continentes hablando con una sola voz) y si no se alcanza la irrelevancia sometida a potencias exteriores que condicionan tu modo de vida. Hay que subrayar que una moneda única real necesita de una unión política, pero procura , en un gran mercado integrado y solidario bajo una gobernanza económica integrada ( todo esto está pendiente), una mucha mayor resiliencia a los vaivenes cíclico y económicos, etc…Se está cometiendo en muchas partes el grave error de intentar los populismos y los antisistemas destructivos simplistas y mentirosos  siendo…populista a medias! Gravísimo error que ya estamos pagando. Hay que tener el valor de explicar las cosas complejas e importantes, de hablar en serio de la realidad de la que depende mayor o menos sufrimiento futuro, sin titubear y sin plegarse a visceralidades manipuladas. Porque sin una masa crítica importante de ciudadanos que apoyen una Europa política más integrada , federada a la postre, desde la razón y la honestidad, el colosal esfuerzo será imposible.

Y, cuando todo esto esté bien acendrado y bien lanzado, cuando prevalezca en muchos o en bastantes la ética social y la visión de Estado y de futuro, entonces, y finalmente, pero urgentemente, pongámonos a rehacer un nuevo texto (tratados, constitución, carta magna o lo que quieran) donde las naciones existentes que quieran funden  una nueva U.E. indisoluble sobre Estados indisolubles dispuestos a perder o compartir soberanía para una mejor Europa de ciudadanos, con una idea muy palmaria: no hay mejor Europa si no hay Europa más integrada.

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