El CFEME, “tercer gobierno” de España desde su nacimiento en 1948

Al término de la guerra civil española de 1936 a 1939, los vencedores pasan del gobierno de Burgos, constituido desde 1937, a instalarse bajo gobierno propio en la capital madrileña. Los vencidos, tras la retirada progresiva del gobierno Negrín, con una última reunión de lo que quedaba de las Cortes republicanas en la frontera de Olot en 1939, iniciaron el camino del exilio en varias direcciones trasnacionales. El auxilio mexicano del presidente Cárdenas y el comienzo de la II Guerra mundial, llevaron a los supervivientes a formar gobiernos en México hasta el último que se disolvió voluntariamente tras las elecciones españolas de junio de 1977. Estos gobiernos en el exilio trataron de integrar a personas y dirigentes en su mayoría pertenecientes a los partidos republicano-socialistas.

Sin embargo, la desaparición en 1940 de los dos dirigentes republicanos de mayor peso político en 1931, Manuel Azaña y Julián Besteiro, dejaron un espacio abierto para que otros dirigentes y otras fuerzas políticas, pudieran abrirse a configurar un tercer territorio político distinto a los gobiernos de Madrid y México. Más cercano a la realidad interna de los españoles del interior y en consonancia con la “nueva Europa” salida de la guerra.

El diseño de ese espacio político para operar como nuevo actor en la configuración de una política diferente a la de las líneas de confrontación permanente heredadas de la guerra civil, fue la tarea que llevaron a cabo desde 1945 a 1948, dirigentes liberales, conservadores y socialdemócratas. Con la ayuda, orientación y apoyo de las mismas fuerzas que lideraron la reconstrucción de la Europa devastada de los tres primeros años de la postguerra. Y bajo el cambio que se opera en la escena mundial con el inicio de la “guerra fría” en 1948, la llegada al poder de Truman y Marshall en Estados Unidos y su nueva política para Europa y las consecuencias del “golpe” de Praga por parte de Stalin en el mismo año.

Los más importantes grupos de partidos liberal-demócratas nombran a Salvador de Madariaga, antiguo embajador de España en la Sociedad de Naciones de Ginebra, presidente de la Internacional Liberal en 1947. Amigo de personalidades como Churchill o Jean Monnet, es solicitado a título personal, miembro destacado y presidente para la Comisión de Cultura de la Asamblea-Congreso-Convención de La Haya de mayo de 1948, del que sale el Movimiento Europeo, presidido por Duncan Sandys, yerno de Churchill. Asimismo, solicitan a Madariaga formar la Sección de la futura España democrática, sin totalitarios de extrema derecha o extrema izquierda, que integran el Movimiento Europeo.

Madariaga consigue formar, contra toda presunción contraria, un acuerdo singular bajo las siglas de “Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME)”, en el que se integran liberales, socialistas, conservadores, monárquicos, vascos, catalanistas, y otros regionalistas. Bajo tan amplio arco se configuraba el proyecto de retorno a la democracia mediante una especie de “gobierno fantasma” capaz, en su momento, que en 1948 parecía no tan lejano en el tiempo, de retornar al poder mediante nuevas elecciones y un sistema institucional próximo al que se diseñó en Francia con la IV República, en Italia con la Constitución de 1948, o en otros países de Europa occidental. Netamente diferenciada de la Europa del Este dominada por Moscú y los partidos de orientación comunista.

Parte del diseño del CFEME de 1948, había sido iniciado con la reunión en el Foreign Office de Londres, en 1947, de Madariaga, con Prieto y Gil Robles, al ser recibidos y tomados en consideración por Beavan, ministro de Exteriores del Premier Atlee (según la crónica de Madariaga, a la que acudieron cubiertos con boinas vascas).  La dinámica creada por el Consejo Federal desde 1948 fue la que terminó configurando los objetivos del retorno a la democracia en España y señalando el método de la negociación pactada de la transición al término de la dictadura. En diferentes fases, en no pequeña medida determinadas por la evolución del orden mundial y el complejo mecanismo de la construcción europea adoptado entre 1950 y 1957 por los Tratados de Londres, Consejo de Europa, París, declaración Schuman-Monnet y en Roma, el Tratado del Mercado Común.

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